En
un mes tan mariano como el florido mayo, viene bien recordar la
publicación de este librito de 90 páginas allá por el año 1960,
salido de la pluma de este autor, afincado en Arjona, que era
conocido en el mundillo periodístico y erudito como “Eseme”.
El
ensayo se presenta como un intento de mostrar una obra realizada con
cierto rigor científico, alejada de los cronicones y supuestas
verdades no contrastadas. No obstante, Morales insiste en que se va a
centrar en estudiar la iconografía de la advocación de la Cabeza,
especialmente la antigua imagen que fue venerada en su santuario
hasta 1936: “Al no existir la imagen verdadera, y al ir
desapareciendo, por la ley de vida, las personas que la conocieron,
llegará un momento en que vaya borrándose su recuerdo y por ello
estimo de utilidad el hacer este presente estudio, sin pretensiones,
desde luego, eruditas, por mi poca valía y saber, para que quede, al
menos, constancia de cómo era tan devota Imagen”.
El
autor relaciona la imagen de la Virgen de la Cabeza con otras de
similar factura, y lo mismo hace con la leyenda de la aparición. Se
detiene también en el nombre de la advocación y defiende que más
que provenir de la denominación del cerro Cabezo, habría que
atender a Salcedo Aguirre que en 1614 afirmaba: “En lo más alto de
la Sierra Morena y en la cumbre del cerro, había una peña grande,
que tenía forma de cabeza, y por ello lo llamaban Cerro de la
Cabeza”. Repasa las diversas imágenes que bajo esa advocación se
veneran en España, ofreciendo fotografías de algunas de ellas.
La
obra es un loable intento de sistematizar lo publicado hasta el
momento en materia iconográfica y aplicarlo a la Virgen de la
Cabeza, aunque con el inconveniente de no poseer testimonio gráfico
alguno de la talla antigua ni testimonio fiable de qué se ocultaba
tras sus vestiduras. Por tanto, el mismo autor reconoce que: “Dicho
cuanto antecede, ya poco se puede añadir, a no ser detalles del
Santuario, Cofradía y fiestas que, aunque propiamente rebasan el
tema de la iconografía, merecen consignarse muchos de ellos, por lo
curiosos”. Es decir, que a partir de la página 63 se aparta del
motivo central del libro para hacer un somero repaso de lo más
importante del culto y fiestas de la Morenita.
El
trabajo se completa con dos addendas: la bula de Juan XXIII
declarando a la Virgen de la Cabeza patrona de la diócesis de Jaén
y una referencia a cómo se le rindieron los máximos honores
militares a la imagen en la romería de 1950, concedidos por el jefe
del estado, el cual, según parece, habría firmado un decreto del
Ministerio del Ejército para que se rindieran esos honores. No
obstante, el propio Santiago de Morales reconoce que “no hemos
tenido la suerte de dar con el decreto referido, a pesar de haberlo
buscado en el Diario Oficial del Estado, como en el del Ejército, y
de la Guardia Civil”. Extraño y curioso que tan solo exista
constancia de ese decreto por boca del entonces director general de
la Guardia Civil, Camilo Alonso Vega, y que no haya, al parecer,
testimonio escrito de este homenaje castrense. Materia de
investigación para los historiadores de la Morenita, pienso yo.
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Gracias Manuel Andrés por compartir.Me lo llevo!!!
ResponderEliminarA tu servicio, Magda.
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