MIGUEL
FRANCO
S. XVI -
XVII
Médico
Miguel
Franco fue un médico natural de Andújar que vivió a caballo entre
el XVI y el XVII. Estudió en Sevilla y ejerció su actividad
profesional, que sepamos al menos, en Cañete de las Torres,
Bujalance y su propia ciudad. Tenemos constancia de su existencia
porque su nombre aparece en algunas de las actas capitulares que
fueron desentrañadas minuciosamente por otro médico e historiador:
el doctor Carlos de Torres Laguna. Pero ha pasado a la historia de la
medicina hispana por publicar en 1601 un breve tratado acerca de cómo
remediar esa terrible enfermedad que durante la Edad Moderna asoló
los territorios europeos: la peste.
La desolación causada por la peste en un cuadro de Pieter Brueghel el Viejo que se conserva en el museo del Prado (wikipedia.es) |
Tenemos
que imaginarnos a nuestro galeno en una sociedad donde la ciencia se
abría paso con dificultad frente al muro de viejas supersticiones.
Pero también estamos ante una persona bregada en su oficio pues como
él mismo indica en la introducción de su obra, pretente dar
instrucciones basadas en la experiencia personal, al haber litigado
más de una vez con esa terrible enfermedad. Esa experiencia es la
que motiva al cabildo andujareño a llamarlo cuando se encontraba en
Bujalance para que retorne a su ciudad y aporte su sabiduría en el
azote que vive la población en 1602, tal y como recoge un acta del
sábado 30 de marzo de ese año. Desde el año anterior, Andújar
está en alerta: el nueve de abril de 1601 se indica que se vigile el
puente y las puertas de la ciudad por haber peste en Sevilla. Ese
mismo año hay constancia de casos en Jaén y Villardompardo y estaba
asolando tierras cordobesas. Por tanto, solo era cuestión de tiempo
que llegase a Andujar. En marzo de 1602 esta parece estar ya
instalada en Arjonilla pues hasta ahí se envía al licenciado
Francisco Pérez para que se informe sobre la salud de la villa.
Arjona prohíbe a sus convecinos acudir a la romería de la Virgen de
la Cabeza para evitar contagios. En ese mismo mes de marzo,
concretamente el día 18 “se trató acerca de la enfermedad que ha
sido Dios servido de dar a esta ciudad y porque el principal remedio
es el acudir a pedir a Dios se sirva por su infinita bondad de dar
salud, se acordó que el Sr. D. Juan Pérez Serrano, regidor, hable a
los prelados de los conventos de esta ciudad para que por semanas
envíen religiosos a la iglesia de Ntra. Sra. de la Cabeza, de Sierra
Morena, a hacer oraciones y decir misas, suplicando a Ntro. Señor...
se sirva mirarnos con ojos de misericordia”. Esta traslación
realizada por Torres Laguna nos indica que Andújar ya había
recibido el azote que comenzara en Sevilla un año antes.
Antigua imagen del final de la calle del arroyo, donde quizás estuvo el hospital de apestados. |
Posteriores
actas nos informan de la apertura de un hospital al final de la calle
del Arroyo. La situación es tan terrible que pronto fallecen los
servidores de ese hospital y el cabildo se ve obligado a sacar a un
preso de la cárcel para que trabaje con los enfermos, ya que nadie
se prestaba a hacer ese servicio. La anotación que nos interesa
viene a continuación: “Ante la falta de médicos y teniendo
satisfacción del Dr. Miguel Franco, médico natural de esta ciudad,
que con sus buenas letras y experiencias cura bien esta enfermedad,
se acordó se le escriba por la ciudad a la villa de Bujalance donde
al presente está, pidiendo que se venga y que esta ciudad le
gratificará mil maravedís cada día”. Se ve que acudió al
auxilio de sus paisanos, aunque la siguiente referencia a Franco es
para anotar que “no se entrometa en la dicha comisión [creada ante
esta situación extraordinaria por el ayuntamiento], salvo que
hallare algún enfermo que estuviera tocado y en tal caso dé cuenta
a la justicia. A este D. Miguel Franco se le dan veinticuatro ducados
por seis días que visitó el hospital de la peste”. Esto ocurre ya
en mayo del referido año.
Sin
querer extendernos más en este apunte histórico, hay que decir que
esas mismas actas capitulares recogen que a principios de 1603 se
acuerda que los hermanos de San Juan de Dios se hagan cargo de ese
hospital de la calle del Arroyo, denominado “hospital del nombre de
Jesús”, donde aún quedaban algunos apestados. Sabemos que años
después, en 1618, se harán cargo del hospital de la Caridad, en la
calle Ollerías.
Antiguo hospital de la Caridad y actual residencia de ancianos. |
La
obra de nuestro paisano lleva por título: Discurso medicinal, en
el cual se declara la orden que se ha de tener para preservarse de la
peste y otras enfermedades. Ahí se apunta que Miguel Franco ya
ejerce la Medicina en la fecha de la publicación (1601), aunque las
actas nos informan, como hemos visto, que llegó a ella un año
después. Quizás ya había estado antes en Andújar o se trataba de
un médico que recorría varias poblaciones, pues sabemos por él
mismo que había estado en Cañete, razón por la cual dedica la obra
a don Pedro Fernández de Córdoba, cuarto marqués de Priego y señor
de la casa de Aguilar (a la cual pertenecían las villas de Cañete,
Castro y Villafranca).
Curiosamente, el
bibliográfico Bartolomé José Gallardo hace referencia a esta
obrita, pero aunque respeta el año de publicación y el lugar de
edición (la imprenta cordobesa de Gabriel Ramos Bejarano), dice que
está dedicada al también andujareño Antonio Sirvente de Cárdenas,
añadiendo una dedicatoria que difiere del ejemplar que hemos
manejado. Quizás haya que pensar en que la importancia del libro dio
lugar a una segunda edición.
Reproducimos esa
dedicatoria, porque es ejemplo de la importancia que tenia en su
ciudad el licenciado Sirvente, que moriría pocos años después:
“Todos los de Andújar
deben pagar tributo a vuestra señoría, pues tanto honra nuestra
patria, pues sin lisonja podemos llamar la honra della. Yo, como el
que más dello he participado, como tan criado favorecido de vuestra
señoría, se le vengo a pagar con escriptos, primicias de mis
estudios. En ellos reciba vuestra señoría mi deseo, el cual es, si
fuese posible, inmortalizar a vuestra señoría; y siendo eso
fasible, a lo menos librarle de todo peligro y contagio, porque con
su vida crezca la honra de nuestra patria. Y así escribo estos
avisos en tiempo tan calamitoso”.
Miguel Franco describe
sucintamente la peste que estaba asolando el valle del Guadalquivir
(aunque nada que ver con la terrible epidemia que redujo a casi la
mitad la población de Sevilla en 1649), y a continuación aconseja
sangrías en principio, para pasar más adelante a purgantes y
vomitivos para depurar el “humor pútrido y pestilente” que las
causaba. Igualmente se deben aplicar ventosas, fumigaciones olorosas
y ácidos para destruir el virus.
Dejamos para avezados
galenos el análisis más profesional de esta obra y para ello
ofrecemos un enlace para quien quiera adentrarse en ella: https://goo.gl/xZSw9E
FUENTES:
CHINCHILLA, D. Anastasio;
Anales históricos de la Medicina en general. Valencia,
Imprenta de D. José Mateu, 1845. Tomo II.
FERNÁNDEZ MOREJÓN,
Antonio; Historia bibliográfica de la Medicina española.
Madrid, Imprenta de la viudad de Jordán e hijos, 1846. Tomo V.
GALLARDO, Bartolomé
José; Ensayo de una biblioteca española de libros raros y
curiosos. Madrid, Rivadeneira, 1866. Tomo II.
GONZÁLEZ DE SAMANO, D.
Mariano; Compendio histórico de la Medicina española.
Barcelona, Imprenta de D. Agustín Gaspar, 1850.
SIMÓN DÍAZ, José.;
Bibliografía de la literatura hispánica. Madrid, CSIC, 1950.
Tomo X, p. 393, nº. 3108.
TORRES LAGUNA, Carlos de,
Andújar a través de sus actas capitulares (1600-1850). Jaén,
IEG, 1981.
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