VENERABLE
FRAY JUAN DE SAN ANTONIO
(c.
1582 – 1624)
Mártir
franciscano
Hace
unos meses recordábamos en el blog al venerable fray Gómez de San Luis, franciscano andujareño que encontró la muerte en Japón en
1637. Hoy lo hacemos con otro hijo de Andújar, franciscano también,
que fue inmolado unos años antes, dentro de la exterminación
exhaustiva que se llevó a cabo desde aquella fecha gloriosa para el
martirologio cristiano del 5 de febrero de 1597, cuando San Pablo
Miki y sus compañeros hallaron la muerte en una colina frente a la
ciudad de Nagasaki.
Recreación de una ejecución pública por razones de fe en Japón (Wikipedia, creative commons) |
En
verdad nuestro biografiado se llamaba Juan del Caño Notario y era
hijo de Francisco del Caño e Isabel Notario. Fue hermano del doctor
Alonso del Caño, al que ya le hemos dedicado unas líneas en una
entrada anterior. Su nacimiento cabe situarlo sobre 1582. Comenzó a
estudiar en Baeza y allí decidió seguir la senda de San Francisco
de Asís, tomando el nombre de San Antonio porque, según él, había
sido este santo el que lo había llamado a ser religioso. En 1601
acabó el noviciado y tras ser ordenado sacerdote, pidió marchar al
Japón.
Fachada del antiguo convento de San Francisco de Baeza (Jaenpedia, creative commons) |
La
evangelización de aquellas remotas tierras era un objetivo que se
habían autoimpuesto algunas órdenes religiosas. En 1549 San
Francisco Javier fue el primer religioso que llegó a Japón. El
santo jesuita hablaba con admiración de aquel pueblo, alabando su
inteligencia y costumbres. La compañía de Jesús obtuvo del papa
Gregorio XIII la exclusividad evangelizadora y comenzaron su
actividad con el apoyo de Portugal y el permiso de las autoridades
niponas. Otras órdenes, entre la que se encontraban los franciscanos
también ansiaban llevar allí el mensaje de Cristo. Pero los
jesuitas hacían valer el permiso pontificio y además recelaban de
los métodos de la orden seráfica, que vinculaba la evangelización
más a los pobres y no tenían en cuenta ciertos acuerdos comerciales
entre los japoneses y los portugueses. Los franciscanos debían
conformarse, pues, con extender el Cristianismo por Filipinas y no
pisar suelo japonés. Allí, a la antigua colonia española llegó
nuestro paisano en 1605 y estuvo predicando el Evangelio a los
nativos por espacio de tres años, en su propia lengua.
Retrato de Hideyoshi, de 1601 (Wikipedia, dominio público) |
El
shogun de Nagasaki, Toyotomi Hideyoshi, pretendió que los españoles
que vivían en Japón le pagasen un vasallaje. El embajador de Manila
envió a varios franciscanos que residían en Filipinas para que
negociaran con Hideyoshi. Era conocida la buena disposición de
algunos religiosos para estas cuestiones y, además, uno de ellos
conocía la lengua. Esta es la ocasión propicia que aprovecha la
orden de San Francisco para iniciar su labor evangelizadora en Japón.
Los jesuitas continuaron con su catequesis, ligada a los hombres de
poder y con la permisividad de las autoridades japonesas que deseaban
tener buenas relaciones comerciales con Europa; mientras que los
franciscanos se dedicaron a los más menesterosos, abriendo varias
hospitales y leproserías. Este acercamiento a la gente sencilla fue
lo que alarmó al poderoso Hideyoshi que, en 1587, prohíbe el culto
público al Dios cristiano. Los jesuitas acatan la orden, aunque
continúan con su labor catequética en la sombra. Los franciscanos,
en cambio, la desoyen y no ocultan su religión. A raíz de esto, se
produce el primer martirio colectivo: 6 franciscanos, 3 jesuitas y 17
laicos japoneses fueron mandados crucificar diez años después.
Libro que relata la persecución religiosa en Japón a lo largo del XVI y el XVII. |
Esto
no detuvo en absoluto el crecimiento del Cristianismo en Japón ni
las ganas de muchos religiosos de arribar a aquellas tierras para
seguir extendiendo su fe. En 1608, fray Juan de San Antonio pudo por
fin pisar tierras niponas y se dedicó con afán a su labor durante
dieciséis años. Por desgracia, en 1613 se inicia otra oleada de
asesinatos de religiosos y laicos cristianos que tendrá su culmen en
1637. Entre esos años se calcula que murieron unas 205 personas,
amén de los mártires de 1597. Uno de esos sacrificios humanos
estará protagonizado por nuestro paisano quien, al parecer, fue
apresado en Nagasaki y, como no pudieron conseguir que abjurara de su
fe, lo crucificaron en aspa y lo mataron a arcabuzazos. Esto sucedió
en el mes de junio de 1624, según varias fuentes consultadas, aunque
en el Diario histórico, político, canónico y moral publicado en
1731 se consigna 1633 como el año de su sacrificio. Sus reliquias se
trasladaron a Manila, donde fueron veneradas. Su fiesta se celebra el 8 de junio.
FUENTES:
ÁLVAREZ
DE LA FUENTE, José; Diario histórico, político, canónico y
moral. Madrid, Tomás Rodríguez, 1731.
GUTIÉRREZ
CARRERAS, Pilar, Los primeros mártires de Japón. Nagasaki, 1597
(conferencia pronunciada en la hospedería de la Santa Cruz del Valle
de los Caídos, 16 de febrero de 2014).
SICARDO,
P. José; Cristiandad del Japón. Madrid, Francisco Sanz,
1698.
TERRONES
ROBLES, Antonio; Vida, Martirio, Translación y Milagros de
San Eufrasio Obispo y Patrón de Andújar. Granada, 1657. Edición
facsímil: Jaén, Diputación Provincial, 1996.
TORRES
LAGUNA, Andújar cristiana. Andújar, La Puritana, 1956.
VILCHES,
P. Francisco de; Santos y santuarios de Jaén y Baeza. Madrid,
Domingo García y Morrás, 1653. part. I, cap. 69.
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