domingo, 16 de junio de 2013

ANTONIO SIRVENTE DE CÁRDENAS

? - 1606


Jurisprudente.

De la vieja nobleza andujareña poco queda, a no ser que detengamos la vista en los blasones que aún perduran en las casas solariegas que nos han dejado la desidia y la piqueta. Pero, al margen de escudos, palacios y nombres de abolengo, hay otra herencia palpable en el caso que nos ocupa: esa joya que conserva la iglesia de Santa María La Mayor entre las muchas que puede enorgullecerse de poseer, y que no es otra que el cuadro de El Greco “La oración en el huerto”, obra que llegó hasta la ciudad de Andújar merced al empeño del personaje que ahora vamos a glosar: don Antonio Sirvente de Cárdenas.

Si hablamos de nobleza con reciedumbre he aquí un buen ejemplo en este entronque de Sirvente y Cárdenas que nos habla de una Andújar volcada en convertirse en una de las grandes urbes del valle, enviando a los hijos de familias pudientes lo mismo a guerrear que a formarse en latines y leyes (“el rojo y el negro” de Stendhal). En este caso, don Antonio escogió (o escogieron por él, vaya usted a saber) el camino de la jurisprudencia. Fue colegial en Cuenca y en Salamanca. De sólida formación, alcanzó la cátedra de Cánones en esta universidad. Durante el periodo 1583-1590 lo encontramos como oidor en Granada. De allí parte para Sevilla, donde será regente hasta 1597. Por último, alcanza uno de los puestos más preeminentes de la justicia española al ser nombrado presidente de la Real Chancillería de Granada, puesto que ocuparía hasta su fallecimiento. En relación con su óbito se barajan varias fechas: 1627, 1608 y 1606. Pero parece ser este último año el más certero al coincidir con documentación conservada acerca de su testamento. 

(De Wikimedia Commons)


Aunque vivió fuera de Andújar buena parte de su vida y falleció en Granada, en su tierra mantuvo siempre su casa: la vieja casona que fundara su abuelo, don Bartolomé Sirvente y cuya portada aún se conserva en el altozano de San Pedro (la conocida como casa de los Sirvente de Mieres). Tanto su abuelo como su padre participaron en la conquista del condado del Rosellón, y estaban ligados a la casa de Puig Cerdán, en Cataluña. Al parecer no obtuvo descendencia, pues en el testamento solo aparecen reseñados sus sobrinos. Fue también familiar de la Inquisición del Santo Tribunal de Córdoba y uno de los protectores de la Congregación de la Santísima Trinidad del Colegio de jesuitas.

Palacio de los Sirvente de Mieres
Enlazando con lo que decíamos al principio, quizás el hecho más reseñable de su vida, en relación con su patria chica, se produjo en 1605: ese año obtiene el patronato de la capilla mayor de Santa María, gracia que obtiene del obispo de Jaén don Sancho Dávila y Toledo. Don Antonio se aprestó enseguida a embellecer este importante espacio religioso, sin saber, a buen seguro, que unos meses después sería sepultado en él. Gran mecenas del arte y dueño de una nutrida colección de cuadros, donó a su capilla la nada desdeñable cantidad de cuarenta lienzos. Aparte, ocho de ellos (seguramente, los de mayor valía) servirían para el retablo que le fue encargado al tallista Sebastián de Solís. Como se sabe, de estos, solo sobreviviría a los sucesos del 36 la obra de El Greco porque se encontraba en proceso de restauración en Madrid. Enrique Romero de Torres nos ha dejado esta descripción de los mismos y la fotografía que abajo reproducimos: “Hay una Adoración de los Reyes y otra Adoración de los pastores, de regular mérito, pero lo más notable son dos medallones con el Señor de la Columna y un Ecce Homo, una Samaritana, precioso lienzo que parece de escuela veneciana y es sin duda de un gran maestro; Jesucristo ante Caifás, cuadro de original composición y brillante colorido, sobresaliendo una hermosa figura que hay de espaldas y a contraluz, a estilo de Remblandt. Un Enclavamiento y Jesús en el Huerto con los apóstoles, original del Greco”. Por cierto, quien primero difundió la existencia de tan valiosa obra fue el canónico de la catedral de Baeza, don José Juliá Feliú que reparó en ella estando predicando en el templo de Santa María en 1914. 

(De www.csic.es)


Aventura Manuel Caballero que quizás llegara a las manos de nuestro personaje la obra de El Greco por la amistad que mantuvo con don Bernardo de Sandoval y Rojas, gran protector de las artes. Sea como fuere, gracias a don Antonio puede ufanarse Andújar de poseer una de las primeras obras que sobre esta temática pintara el cretense, según los expertos. El resto de cuadros de la donación fueron administrados por sus herederos: sus sobrinos Juan Palomino y Alonso y Antonio Sirvente (este último, como nuevo patrono). A partir de 1614 comienza su venta en almoneda para poder hacer frente a los gastos del mantenimiento de la capilla. 

(De Wikimedia Commons)


No vio completada su obra don Antonio: el mismo año de su muerte se solicita permiso para la sacristía, las rejas de separación de las capillas contiguas son posteriores, y nos cabe la duda de si llegaría a ver terminado el retablo y las pinturas de la bóveda (encargadas al granadino Blas de Ledesma, y que están fechadas en el mismo año de 1606).

Fotografía: J. V. Córcoles de la Vega.
Publicado en Jaén, pueblos y ciudades nº. 16.


Al menos, en este caso, la acumulación de riquezas, aunque de forma aminorada, ha servido para que hoy las disfrutemos sus paisanos, cuatro siglos después.



FUENTES:


ARGOTE DE MOLINA, Gonzalo; Nobleza de Andalucía. Jaén, 1866.

DOMÍNGUEZ CUBERO, José; Monumentalidad religiosa de Andújar en la Modernidad. Andújar, Ayuntamiento, 1985.
DOMÍNGUEZ CUBERO, José; “La colección de pinturas de don Antonio Sirvente de Cárdenas, presidente de la Real Chancillería de Granada (1597 – 1606)”, BIEG, 153, 1, (1994), pp. 387-404.

HENRÍQUEZ DE JORQUERA, Francisco; Anales de Granada. Granada, Facultad de Letras, 1934.

TERRONES ROBLES, Antonio; Vida, Martirio, Translación y Milagros de San Eufrasio Obispo y Patrón de Andújar. Granada, 1657. Edición facsímil: Jaén, Diputación Provincial, 1996.