domingo, 25 de agosto de 2013

FRAY MARTÍN DE LA ASUNCIÓN
(S. XVI - XVII)



Fraile carmelita.

Andújar tuvo su Carmen, recoleto convento enclavado en el corazón mismo de la ciudad medieval. Cuentan las crónicas que a punto estuvieron de acompañar a la Morenita en su aislamiento serrano, pero quiso el destino que al final terminaran tras la casa del Concejo, en un espacio bastante reducido para lo que eran las fundaciones conventuales de antaño. Y allí permanecieron hasta los aciagos tiempos de la desamortización. De aquello nos ha quedado un topónimo en nuestro callejero, los restos de la iglesia enmascarados en lo que fue hasta hace unos años célebre salón de bodas, y varias advocaciones de Pasión, amén del culto a la Virgen del Carmen capitalizado hoy por el grupo parroquial que le sigue rindiendo pleitesía en la parroquia de la Lagunilla. 


Lugar donde estuvo enclavado el convento del Carmen

Pero además, merced a una de las esposas del conde de La Quintería (me refiero a don Rafael), personaje del que habrá que hablar por extenso en otra entrada, tenemos en Andújar esa joyita de valor incalculable, cual es la colección de aforismos de San Juan de la Cruz, Dichos de luz y amor. Esta obra se mantuvo durante algunas décadas en el retablo del Cristo de la Paciencia (otra advocación que nos ha legado el Carmen andujareño) y ahora se custodia con las debidas medidas de seguridad en la propia iglesia de Santa María. No en vano es, según los expertos, el único manuscrito de San Juan del que puede asegurarse estar escrito de su puño y letra.

Pues bien, todos estos prolegómenos nos llevan a presentar hoy a un fraile carmelita, compañero de fatigas del santo que, al parecer era de Andújar. Así, por lo menos, se asevera en el estudio que acompaña a la edición facsímil de los Dichos de 1979. De él se dice que fue novicio del propio Juan de Yepes, amigo suyo y compañero de viaje en su deambular por Andalucía. En la Historia del venerable padre Fray Juan de la Cruz, primer descalzo carmelita (Madrid, 1641) el autor, fray Jerónimo de San José, lo cita en varias pasajes de la obra y siempre destacando cierta complicidad entre los dos, como en aquella ocasión en que lo mandó de Córdoba a Sevilla con un grupo de novicios y fray Martín le pidió algo de dinero para el camino. San Juan le dijo que no era necesario, pues la Providencia de Dios proveería. Y así fue que realizaron el viaje sin ningún inconveniente y recibiendo limosnas por donde pasaban, de tal manera que cuando volvió fray Martín a Córdoba aún le sobraron trescientos reales que entregó al padre procurador, respondiéndole San Juan: “Más quisiera que volviera muy santo, con haber padecido menguas y trabajos, que tan proveído y sobrado sin merecerlo”. 

Relicario que guardó durante siglos el manuscrito de San Juan

Está junto a nuestro excelso místico en Guadalcázar (cerca de Córdoba) cuando enfermó gravemente, pero tranquiliza a fray Martín con estas palabras: “no es llegada la hora de mi muerte, aunque más digan los médicos; sí padeceré mucho en esta enfermedad, pero no moriré de ella, que no está bien labrada la piedra para edificio tan santo”. Se dice que allí, en Guadalcázar, fray Martín se quedó con la cadena-cilicio de San Juan y que la guardó como reliquia, atribuyéndose a ella la curación de un enfermo que, agradecido, se hizo carmelita. 

S. Juan de la Cruz

Son varios los testimonios de fray Martín en el proceso de beatificación que se inicia en 1627. Amén del milagro del cilicio, fray Martín aseguraba que el santo se le había aparecido en varias ocasiones cuando ya estaba en el convento de Andújar, favoreciéndolo con muchas mercedes. Hay una referencia muy clara respecto de la obra cumbre del místico, el Cántico espiritual: en los textos que sirven para otorgarle la categoría de beato se refiere lo siguiente: “por los caminos, cuando caminaba, le vido este testigo [en referencia a fray Martín] que iba cantando muchos himnos de Nuestra Señora y Salmos de David y versos de los Cantares”.

Queda, pues, en la nebulosa del pasado la vida de este humilde fraile cuya vinculación con una de las grandes personalidades de nuestra literatura y de la propia iglesia católica, parece que fue ciertamente relevante. Otro dato más para engrandecer el pasado carmelitano de Andujar.



FUENTES:

CRUZ, San Juan de la; Dichos de luz y amor. Códice de Andújar. Madrid, Editorial de Espiritualidad, 1979.

GONZÁLEZ SÁNCHEZ, Carlos Alberto, Grafías del imaginario: representaciones culturales en España y América. Madrid, FCE, 2003.

RAMOS ESPEJO, Antonio; Andaluzas, protagonistas a su pesar. Sevilla, Centro de estudios andaluces, 2010.

SAN JOSÉ, Fray Jerónimo de; Historia del venerable padre Fray Juan de la Cruz, primer descalzo carmelita. Madrid, 1641.