viernes, 22 de abril de 2016

CUARTO CENTENARIO DE LA MUERTE DE CERVANTES: 
VIAJERO Y ROMERO (?) POR TIERRAS DE JAÉN


En la antesala del encuentro romero que suscitó la sorpresa y admiración de Miguel de Cervantes, queremos recordar que hubo sobre la faz de la tierra un hombre de espíritu noble, que se sobrepuso a todas las bofetadas que la vida quiso darle (que no fueron pocas) y que nos dejó para nuestro disfrute retazos maravillosos de su saber y humanidad. Miguel de Cervantes es ese nombre que nos sorprende en el callejero de cualquier población, da igual grande o pequeña, y del que, si acaso, atinamos a saber que es el autor de esa gran parodia, a la vez que ejemplar disección del espíritu humano, cuales son las andanzas del loco manchego Alonso Quijano. Pero Cervantes, para todo hijo de Andújar, también debe ser el asombrado espectador que un buen día se dio un garbeo por el cerro de la Cabeza y admirado por “la infinita genteque allí vio, quiso plasmar con su siempre certera y sencilla pluma el hecho sublime de la conjunción de lo divino y lo humano, de lo religioso y lo profano, del cielo y de la tierra, de esa romería que en la época era considerada como uno de los grandes acontecimientos marianos de las Españas.
Portada de la edición madrileña de la novela

El profesor Luis Coronas defendió en su momento que la cita de Cervantes en su Persiles y Segismunda no fue elegida al azar: “la descripción de la romería nos lleva al convencimiento de que estuvo presente en ella y su presencia debió tener lugar el último domingo de abril de 1592” (1). Desde octubre del año anterior se hallaba encargado por el proveedor general de galeras para hacerse cargo de la incautación de grano dentro del obispado de Jaén. Dicho grano debía ser trasladado a tierras gaditanas para fabricar con él el suministro básico que alimentase a los hombres de la armada real. El ingente trabajo con el que se encontró Cervantes hizo que comisionase a otras cuatro personas para esta labor y, en concreto, se cita a un tal Antón Caballero para hacerse cargo de poblaciones como la de Andújar, lo cual no debe implicar que don Miguel no estuviera por aquí. Por cierto,de sobra sabemos que este oficio le acarreó muchos problemas: tanto la negativa de algunos a sufragar con su grano las guerras del segundo Felipe como, más adelante, incluso la cárcel en dos ocasiones al acusársele de apropiarse de parte de esas ganancias. Por el mes de abril parece que estuvo en Linares y es muy posible que un espíritu inquieto como el de Cervantes no quisiese pasar la ocasión de acercarse al santuario que entonces, por cierto, se hallaba dentro del proceso constructor iniciado y sufragado por la Cofradía de Andújar, aunque finalizado en lo esencial (2).

Fragmento de la lápida conmemorativa que encontramos
en la lonja del santuario de la Virgen de la Cabeza
de Andújar.


Los trabajos de Persiles y Sigismunda fue la obra póstuma de este alcalaíno (de Henares) que tantos años vivió en tierras andaluzas. El mismo autor confiaba en que esta novela constituyera lo mejor de su herencia literaria. De hecho, la expectación que despertó el libro fue tal que apareció a la vez en seis ciudades europeas distintas. La historia, en cambio, nos ha demostrado que la inmortalidad la alcanzó nuestro escritor gracias a El Quijote, tanto por éxito de los lectores como por el refrendo de la crítica. Persiles y Sigismunda es una novela de tipo bizantino, que tan de moda estaba en el Renacimiento, donde se cuenta una historia de dos amantes que han de vivir mil y una vicisitudes hasta conseguir que su amor fructifique. En este caso, los protagonistas habrán de recorrer todo el continente europeo hasta llegar a Roma y casarse allí. Todo el relato se constituye como una peregrinación que tiene como fin el doble galardón de visitar la ciudad eterna y conseguir la bendición papal para su unión amorosa. No pasan por Andújar, pero conocen a una peregrina, a seis leguas de Talavera (sic.), que les da cumplida información de la fiesta abrileña. El investigador andujareño José Carlos de Torres analiza todo el pasaje y, lo que es más importante, el momento previo del mismo, que siempre se obvia, y observa que la peregrina es presentada físicamente como un ser caricaturesco y “de mala condición” (palabras textuales del Persiles). Aquí parece despistarse Cervantes pues después la peregrina tan solo les informa de las dos maravillas que, a su juicio, guarda el reino de Jaén: la Santa Verónica y la romería de la Virgen de la Cabeza (3), todo ello narrado con gran sinceridad, sin que aparezca por ningún lado el más mínimo atisbo de la mala condición antes referida. Cervantes añade, como es sabido, que él había contemplado la escena romera en un cuadro del alcázar real de Madrid. Según De Torres este lienzo debió pintarse a raíz de la conversión del príncipe marroquí Muley Xequé tras asistir a la romería de 1593. Este hecho fue tan importante como para que los padrinos del bautismo fueran el propio Felipe II y la infanta Isabel Clara Eugenia, amén de inspirar a Lope el segundo acto de una de sus comedias. Pero colige nuestro paisano que de la observación del cuadro no pudo extraer Cervantes todos los detalles que impregnan la intervención de la peregrina, sino que son propios de alguien que vivió la fiesta serrana o que, al menos, se informó por boca de otros romeros. A pesar de la fascinación que estas palabras causan en los dos enamorados, se excusan diciendo que deben seguir su camino hacia Roma y que Andújar no les coge, que digamos, de camino.

Cuadro de Bernardo Asturiano (siglo XVII), que se conserva
en el museo del santuario.
(Tomado de: veracruzandujar.blogspot.com)

Miguel de Cervantes Saavedra moriría tal día como hoy hace cuatro siglos, siendo enterrado al día siguiente en la iglesia conventual de las trinitarias de Madrid. En el santuario, un monolito recuerda como fue el primer cronista de la fiesta romera y en Andújar una calle recuerda su nombre.
A pesar de ser archiconocida, reproducimos a continuación este fragmento, inserto en el capítulo sexto del tercer libro del Persiles:


Saludáronla en llegando [a la peregrina], y ella les volvió las saludes con la voz que podía prometer la chatedad de sus narices, que fue más gangosa que suave. Preguntáronla adónde iba, y qué peregrinación era la suya, y, diciendo y haciendo, convidados, como ella, del ameno sitio, se le sentaron a la redonda, dejaron pacer el bagaje que les servía de recámara, de despensa y botillería, y, satisfaciendo a la hambre, alegremente la convidaron, y ella, respondiendo a la pregunta que la habían hecho, dijo:
Mi peregrinación es la que usan algunos peregrinos: quiero decir que siempre es la que más cerca les viene a cuento para disculpar su ociosidad; y así, me parece que será bien deciros que por ahora voy a la gran ciudad de Toledo, a visitar a la devota imagen del Sagrario, y desde allí me iré al Niño de la Guardia, y, dando una punta, como halcón noruego, me entretendré con la santa Verónica de Jaén, hasta hacer tiempo de que llegue el último domingo de abril, en cuyo día se celebra en las entrañas de Sierra Morena, tres leguas de la ciudad de Andújar, la fiesta de Nuestra Señora de la Cabeza, que es una de las fiestas que en todo lo descubierto de la tierra se celebra; tal es, según he oído decir, que ni las pasadas fiestas de la gentilidad, a quien imita la de la Monda de Talavera, no le han hecho ni le pueden hacer ventaja. Bien quisiera yo, si fuera posible, sacarla de la imaginación, donde la tengo fija, y pintárosla con palabras y ponérosla delante de la vista, para que, comprehendiéndola, viérades la mucha razón que tengo de alabárosla; pero esta es carga para otro ingenio no tan estrecho como el mío. En el rico palacio de Madrid, morada de los reyes, en una galería, está retratada esta fiesta con la puntualidad posible: allí está el monte, o por mejor decir, peñasco, en cuya cima está el monasterio que deposita en sí una santa imagen, llamada de la Cabeza, que tomó el nombre de la peña donde habita, que antiguamente se llamó el Cabezo, por estar en la mitad de un llano libre y desembarazado, solo y señero de otros montes ni peñas que le rodeen, cuya altura será de hasta un cuarto de legua, y cuyo circuito debe de ser de poco más de media. En este espacioso y ameno sitio tiene su asiento, siempre verde y apacible, por el humor que le comunican las aguas del río Jándula, que de paso, como en reverencia, le besa las faldas. El lugar, la peña, la imagen, los milagros, la infinita gente que acude de cerca y lejos el solemne día que he dicho, le hacen famoso en el mundo y célebre en España sobre cuantos lugares las más estendidas memorias se acuerdan.
Suspensos quedaron los peregrinos de la relación de la nueva, aunque vieja, peregrina, y casi les comenzó a bullir en el alma la gana de irse con ella a ver tantas maravillas; pero la que llevaban de acabar su camino no dio lugar a que nuevos deseos lo impidiesen.


  1. CORONAS TEJADA,Luis; “Cervantes en Jaén, según documentos hasta ahora inéditos”, BIEG, 99 (1979), 27-28.
  2. LÁZARO DAMAS, María Soledad; “El santuario de la Virgen de la Cabeza en el siglo XVI. Historia de un proyecto artístico”, BIEG, 163, 3 (1996), 1437-1468.
  3. DE TORRES MARTÍNEZ, José Carlos; “La fiesta de Nuestra Señora de la Cabeza según Miguel de Cervantes (Persiles, III, VI)”, BIEG, 193 (2006), 157-170.










domingo, 3 de abril de 2016

CARLOS DEL VAL
IN MEMORIAM

(www.ideal.es)

El pasado 28 de marzo falleció Carlos del Val Payés, afamado coleccionista y restaurador de coches antiguos. Al igual que hicimos con su hermano Demetrio, queremos dedicarle unas líneas pues, aunque no era natural de Andújar, aquí residió a partir de la década de los años sesenta y, al igual que su hermano, era hijo adoptivo del municipio y contaba con la Medalla de Oro de la ciudad, concedida en 1995.

Carlos y Demetrio pasarán a la historia de Andújar por haber mantenido durante algunos años el Museo de vehículos históricos Hermanos del Val, compuesto de unas treinta piezas históricas únicas. Andújar perdió el museo y, de esta forma, se volatilizó lo que sería un atractivo más para visitar esta ciudad. Carlos fue también uno de los promotores del rally de vehículos históricos Ciudad de Andujar.

Ambos hermanos se iniciaron en el ciclismo, pero pronto se pasaron al mundo del motor. Carlos participó en varias carreras y Demetrio era su mecánico, hasta que él mismo se decidió a tomar parte en ellas. Fueron campeones de España de sidecar en los años 1956 y 1957. Más tarde, Carlos impulsarían el kart en España y se pasaría a las cuatro ruedas: compitió con un formula 4 primero y después con Seat. En 1970 participó en el Londres-México, junto a Jaime Lezcano. Se hizo especialmente famoso en el afamado París-Dakar pilotando un Pegaso militar. 

Había nacido en Madrid el 29 de enero de 1934. 



FUENTES: