viernes, 27 de enero de 2017

MIGUEL FRANCO
S. XVI - XVII


Médico

Miguel Franco fue un médico natural de Andújar que vivió a caballo entre el XVI y el XVII. Estudió en Sevilla y ejerció su actividad profesional, que sepamos al menos, en Cañete de las Torres, Bujalance y su propia ciudad. Tenemos constancia de su existencia porque su nombre aparece en algunas de las actas capitulares que fueron desentrañadas minuciosamente por otro médico e historiador: el doctor Carlos de Torres Laguna. Pero ha pasado a la historia de la medicina hispana por publicar en 1601 un breve tratado acerca de cómo remediar esa terrible enfermedad que durante la Edad Moderna asoló los territorios europeos: la peste.

La desolación causada por la peste en un cuadro de Pieter
Brueghel el Viejo que se conserva en el museo del Prado
(wikipedia.es)


Tenemos que imaginarnos a nuestro galeno en una sociedad donde la ciencia se abría paso con dificultad frente al muro de viejas supersticiones. Pero también estamos ante una persona bregada en su oficio pues como él mismo indica en la introducción de su obra, pretente dar instrucciones basadas en la experiencia personal, al haber litigado más de una vez con esa terrible enfermedad. Esa experiencia es la que motiva al cabildo andujareño a llamarlo cuando se encontraba en Bujalance para que retorne a su ciudad y aporte su sabiduría en el azote que vive la población en 1602, tal y como recoge un acta del sábado 30 de marzo de ese año. Desde el año anterior, Andújar está en alerta: el nueve de abril de 1601 se indica que se vigile el puente y las puertas de la ciudad por haber peste en Sevilla. Ese mismo año hay constancia de casos en Jaén y Villardompardo y estaba asolando tierras cordobesas. Por tanto, solo era cuestión de tiempo que llegase a Andujar. En marzo de 1602 esta parece estar ya instalada en Arjonilla pues hasta ahí se envía al licenciado Francisco Pérez para que se informe sobre la salud de la villa. Arjona prohíbe a sus convecinos acudir a la romería de la Virgen de la Cabeza para evitar contagios. En ese mismo mes de marzo, concretamente el día 18 “se trató acerca de la enfermedad que ha sido Dios servido de dar a esta ciudad y porque el principal remedio es el acudir a pedir a Dios se sirva por su infinita bondad de dar salud, se acordó que el Sr. D. Juan Pérez Serrano, regidor, hable a los prelados de los conventos de esta ciudad para que por semanas envíen religiosos a la iglesia de Ntra. Sra. de la Cabeza, de Sierra Morena, a hacer oraciones y decir misas, suplicando a Ntro. Señor... se sirva mirarnos con ojos de misericordia”. Esta traslación realizada por Torres Laguna nos indica que Andújar ya había recibido el azote que comenzara en Sevilla un año antes.

Antigua imagen del final de la calle del arroyo, donde quizás
estuvo el hospital de apestados.

Posteriores actas nos informan de la apertura de un hospital al final de la calle del Arroyo. La situación es tan terrible que pronto fallecen los servidores de ese hospital y el cabildo se ve obligado a sacar a un preso de la cárcel para que trabaje con los enfermos, ya que nadie se prestaba a hacer ese servicio. La anotación que nos interesa viene a continuación: “Ante la falta de médicos y teniendo satisfacción del Dr. Miguel Franco, médico natural de esta ciudad, que con sus buenas letras y experiencias cura bien esta enfermedad, se acordó se le escriba por la ciudad a la villa de Bujalance donde al presente está, pidiendo que se venga y que esta ciudad le gratificará mil maravedís cada día”. Se ve que acudió al auxilio de sus paisanos, aunque la siguiente referencia a Franco es para anotar que “no se entrometa en la dicha comisión [creada ante esta situación extraordinaria por el ayuntamiento], salvo que hallare algún enfermo que estuviera tocado y en tal caso dé cuenta a la justicia. A este D. Miguel Franco se le dan veinticuatro ducados por seis días que visitó el hospital de la peste”. Esto ocurre ya en mayo del referido año.

Sin querer extendernos más en este apunte histórico, hay que decir que esas mismas actas capitulares recogen que a principios de 1603 se acuerda que los hermanos de San Juan de Dios se hagan cargo de ese hospital de la calle del Arroyo, denominado “hospital del nombre de Jesús”, donde aún quedaban algunos apestados. Sabemos que años después, en 1618, se harán cargo del hospital de la Caridad, en la calle Ollerías.

Antiguo hospital de la Caridad y actual
residencia de ancianos.

La obra de nuestro paisano lleva por título: Discurso medicinal, en el cual se declara la orden que se ha de tener para preservarse de la peste y otras enfermedades. Ahí se apunta que Miguel Franco ya ejerce la Medicina en la fecha de la publicación (1601), aunque las actas nos informan, como hemos visto, que llegó a ella un año después. Quizás ya había estado antes en Andújar o se trataba de un médico que recorría varias poblaciones, pues sabemos por él mismo que había estado en Cañete, razón por la cual dedica la obra a don Pedro Fernández de Córdoba, cuarto marqués de Priego y señor de la casa de Aguilar (a la cual pertenecían las villas de Cañete, Castro y Villafranca).



Curiosamente, el bibliográfico Bartolomé José Gallardo hace referencia a esta obrita, pero aunque respeta el año de publicación y el lugar de edición (la imprenta cordobesa de Gabriel Ramos Bejarano), dice que está dedicada al también andujareño Antonio Sirvente de Cárdenas, añadiendo una dedicatoria que difiere del ejemplar que hemos manejado. Quizás haya que pensar en que la importancia del libro dio lugar a una segunda edición.

Reproducimos esa dedicatoria, porque es ejemplo de la importancia que tenia en su ciudad el licenciado Sirvente, que moriría pocos años después:

“Todos los de Andújar deben pagar tributo a vuestra señoría, pues tanto honra nuestra patria, pues sin lisonja podemos llamar la honra della. Yo, como el que más dello he participado, como tan criado favorecido de vuestra señoría, se le vengo a pagar con escriptos, primicias de mis estudios. En ellos reciba vuestra señoría mi deseo, el cual es, si fuese posible, inmortalizar a vuestra señoría; y siendo eso fasible, a lo menos librarle de todo peligro y contagio, porque con su vida crezca la honra de nuestra patria. Y así escribo estos avisos en tiempo tan calamitoso”.

Miguel Franco describe sucintamente la peste que estaba asolando el valle del Guadalquivir (aunque nada que ver con la terrible epidemia que redujo a casi la mitad la población de Sevilla en 1649), y a continuación aconseja sangrías en principio, para pasar más adelante a purgantes y vomitivos para depurar el “humor pútrido y pestilente” que las causaba. Igualmente se deben aplicar ventosas, fumigaciones olorosas y ácidos para destruir el virus.

Dejamos para avezados galenos el análisis más profesional de esta obra y para ello ofrecemos un enlace para quien quiera adentrarse en ella: https://goo.gl/xZSw9E


FUENTES:

CHINCHILLA, D. Anastasio; Anales históricos de la Medicina en general. Valencia, Imprenta de D. José Mateu, 1845. Tomo II.

FERNÁNDEZ MOREJÓN, Antonio; Historia bibliográfica de la Medicina española. Madrid, Imprenta de la viudad de Jordán e hijos, 1846. Tomo V.

GALLARDO, Bartolomé José; Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos. Madrid, Rivadeneira, 1866. Tomo II.

GONZÁLEZ DE SAMANO, D. Mariano; Compendio histórico de la Medicina española. Barcelona, Imprenta de D. Agustín Gaspar, 1850.

SIMÓN DÍAZ, José.; Bibliografía de la literatura hispánica. Madrid, CSIC, 1950. Tomo X, p. 393, nº. 3108.

TORRES LAGUNA, Carlos de, Andújar a través de sus actas capitulares (1600-1850). Jaén, IEG, 1981.