miércoles, 23 de noviembre de 2011






MANUEL ALDEHUELA PALOMINO
(1892-1950)





Pintor escenógrafo y ceramista.

Abundando en la memoria de Luis Aldehuela, recuperamos ahora el artículo dedicado a su padre, que fue publicado en El Nuevo Guadalquivir (junio-julio 1996).

El apellido Aldehuela está unido, en Andújar, al arte. Es como si en los genes de esta familia se hubiera introducido, desde mucho tiempo atrás, la admiración por las formas bellas, la irresistible atracción hacia la plasmación de la realidad sobre un lienzo, hermanándose con la cerámica vidriada, modelando el duro bronce... Me cuenta Rafa Frías que ya hay constancia de unos Aldehuela artistas en el pasado de nuestra ciudad. Bien pudiera ser que fueran aquellos, antecesores en el buen hacer estético de los que hoy conocemos y cuya obra admiramos. Al frente de todos está el maestro Luis, cuya sabiduría y lucidez siguen parejos a su sensibilidad pictórica.

El maestro Aldehuela en su taller de escenografía
Pero hoy, nos vamos a detener en la figura de don Manuel, padre de éste, injustamente olvidado de la memoria artística de la ciudad, a pesar del homenaje tributado hace unos años por este mismo medio de comunicación aprovechando los festejos de septiembre. Don Manuel Aldehuela Palomino se dedicó la mayor parte de su vida a un oficio curioso y apasionante: la confección de decorados para los escenarios teatrales. Desde su estudio de la calle Las Monjas, y frente a un equipo competente de jóvenes artistas, don Manuel plasmó sobre enormes lienzos los más dispares ambientes para las obras que representaban las compañías del país. Desgraciadamente, estos productos artísticos eran de consumo rápido y periódico: cuando la obra se quitaba de cartel, los decorados eran arrumbados, hacinados en cualquier parte, esperando el momento de convertirse en "trastos inútiles". Don Manuel fue llamado también para decorar las embocaduras, paredes y techos de los teatros. Sin embargo, éstos, o han desaparecido (es el caso del Teatro Español de Andújar) o han sido remodelados, habiéndose eliminado sus pinturas.

Virgen de la Capilla (1945), en la fachada de la basílica menor
de S. Ildefonso, en Jaén (www.retabloceramico.net)


El arte pictórico de Aldehuela no se termina aquí. Manuel Montoro le pidió que decorase los techos de su casa de la calle Ollerías. Ello ocurriría sobre la década de los veinte, época de construcción de muchas casas señoriales, dentro de una remodelación estética de la ciudad. En este caso, tampoco podemos admirar la obra del artista, pues la casa se demolió hace ya unos años, siguiendo la pauta, tan amada por estas tierras, de la modernización a toda costa y el lucro rápido y fácil. Tampoco pueden nuestros ojos ver las pinturas que realizó en el camarín de la Virgen de la Cabeza, en su Real santuario de Sierra Morena, allá por 1917; ni la gruta de Santa María, pensada para albergar a la misma advocación mariana. Y lo mismo ocurre con otro cuadro de azulejos instalado en la fachada de Santa María sobre 1940 y que hoy está en paradero desconocido(http://andujarhistorica.blogspot.com.es/2010/04/cuadro-en-azulejos-de-manuel-aldehuela.html).

Y por si todo esto fuera poco, su proyecto de retablo en cerámica para el altar mayor del santuario del Cabezo quedó en eso: en proyecto. En este caso tenemos por lo menos el boceto, estudiado por Córcoles de la Vega, que puso de manifiesto el ingente trabajo de don Manuel, al conjugar todos los elementos arquitectónicos de la retablística local anterior a la Guerra Civil. Y es que don Manuel no era ajeno ni al rico patrimonio artístico que atesoraba su ciudad (y que la ira humana, los intereses económicos y la dejadez nos han arrebatado) ni a la milenaria tradición ceramista; de ahí que fuera nombrado director de la escuela de cerámica de Andújar.

Nos queda, eso sí, la bellísima azulejería de la capilla de la Virgen de la Cabeza en la madrileña iglesia de San Ginés, donde fue ayudado por su hijo Luis. También, como una joya de la cartelería local, el cuadro que sirvió de anuncio gráfico de las fiestas del VII centenario de la Aparición. Igualmente, las madres trinitarias guardan en su cenobio un cuadro de San Antonio de Padua que fue pintado por don Manuel y una Virgen de la Cabeza la parroquia de Santiago, en la Lagunilla.

Cartel Fiestas VII centenario
(andujarhistorica.blogspot.com)

Decoración cerámica en la capilla de la Virgen de la Cabeza en S. Ginés.

Cuadro en la parroquia de Santiago.



Si el tiempo y las circunstancias han borrado las huellas de su arte, que no ocurra lo mismo con su recuerdo.


Hasta aquí el artículo publicado en su momento. Tengo que decir que el propio Luis Aldehuela quiso completar estos leves datos biográficos con unos folios que me pasó y que hoy conservo como un pequeño tesoro. Allí me ampliaba el listado de obras de su padre: decoración del teatro “Gran Torcal” de Antequera, jarra vidriada entregada al general Miaja, frescos en una casa particular de Marmolejo, decoración del desaparecido “Teatro Español de invierno” en Andújar... 
 
No obstante, el curioso podrá encontrar una profunda semblanza de don Manuel en “Estudio de aproximación sobre la biografía de Manuel Aldehuela Palomino”, de Santiago de Córdoba Ortega, autor que prologa y estudia la obra Los últimos que fuimos a la guerra, de Luis Aldehuela (Andújar, Ediciones Plaza Vieja, 2007). En aquel momento pedía Santiago de Córdoba que se le diera el nombre de nuestro ceramista y escenográfo a una sala escénica en Andújar. Yo, al menos, pido que no se olvide el Ayuntamiento de añadirlo al nomenclátor de calles y altozanos de nuestra ciudad. Se lo debemos.


FUENTES:

CÓRCOLES DE LA VEGA, Juan Vicente; “Un proyecto de retablo para el santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar”, III Asamblea de estudios marianos. Actas. Córdoba, El Almendro, 1987; ,pp. 199-204.

REVISTA Don Lope de Sosa.

VARIOS, “Andújar”, Coleccionable Jaén. Pueblos y ciudades, 16, (1997), pág. 315.


miércoles, 9 de noviembre de 2011

FRAY AGUSTÍN DE QUIRÓS
(1568-1622)


Jesuita.

Presentamos, en esta ocasión, a otro preclaro hijo de Andújar, que fue bautizado el seis de septiembre de 1568 en la parroquia de Santa María La Mayor de Andújar y a quien sus padres (Valentín y Catalina) pusieron el nombre de Agustino Bernardo. Hallaría la muerte años después muy lejos de su patria chica: en Puebla, Méjico. Pero durante su existencia fue uno de los miembros más relevantes de la Compañía de Jesús, congregación en la que ingresó cuando contaba diecisiete años de edad.


Jesuitas (Baeza)
(De es.wikipedia.org)

Fray Agustín de Quirós se sintió inclinado desde sus primeros años como jesuita por la Gramática, explicando esta materia, junto a la de Humanidades y las Sagradas Escrituras, en los colegios de Córdoba y Granada. Además enseñó latín en el seminario. Compaginó su labor docente con la dirección de varios colegios, como los de Baeza y Granada. En esta última ciudad lo encontramos comenzando a dirigir el Colegio de San Pablo un 22 de octubre de 1606. De él dice el historiador jesuita Joaquín de Béthencourt:

“Varón por cierto digno de toda veneración por sus grandes letras así humanas como divinas, por su prudencia, por su religión y santidad, de quien hará honorífica mención el colegio de Baeza a quien gobernó con grande suavidad y amor, y edificó con sus virtudes e incitó con su ejemplo a la observancia de la disciplina religiosa. Y a este de Granada lo afervoró luego que lo tomó a su cargo”.

En Granada desarrolla una intensa actividad. De entrada, ese mismo año de 1606 tuvo que enfrentarse a la escasez provocada por la sequía; aunque, a pesar de ello, siempre había comida para los pobres, como las gentes que huyeron de la peste que asolaba la ciudad de Fez. Continuó también con las obras emprendidas en el colegio, que terminaron en 1608. Y tuvo que enfrentarse con la Universidad granadina al intentar que los jesuitas impartieran determinadas enseñanzas, extremo este que para la Universidad suponía una intromisión en los estudios reglados por ellos. En 1609 dejó la dirección del colegio, pero volvió a ella tras el fallecimiento del padre José Alderete. En esta segunda etapa leyó Sagradas Escrituras y siguió acrecentando la buena estima que todos tenían de él. De tal manera que en 1616 es nombrado provincial, cargo que ocuparía hasta 1621. 

Jesuitas (Granada)

Después es enviado a Sevilla para ser instructor de jesuitas. Allí publica en 1622 un Comentario acerca de algunos libros del Antiguo y Nuevo Testamento, fruto de una dilatada vida de investigación y reflexión acerca de las Sagradas Escrituras. De él también se conserva un opúsculo con el título Breve discurso contra el abuso de afectar vocablos antiguos y desusados que oscurecen la oración, donde se muestra contrario al uso gratuito de arcaísmos y latinismos. Y su firma también aparece aprobando diversas obras impresas tanto en Granada como en Sevilla: sermones, poemarios surgidos de justas poéticas, e incluso el Arte de predicadores de su paisano Terrones del Caño.
Fue nombrado visitador de Méjico, pero el viaje hizo mella en el ya anciano Agustín y murió poco después de llegar a tierras americanas, un 13 de diciembre de 1622.



FUENTES:

BÉTHENCOURT, Joaquín de; Historia del colegio de San Pablo. Granada, 1554-1765. Granada, Facultad de Teología, 1991.

ENCICLOPEDIA, Enciclopedia Universal Ilustrada. Madrid, Espasa-Calpe.

GALLARDO, Bartolomé José; Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos. Madrid, Imprenta de Manuel Tello, 1889. Tomo IV.

SIMÓN DÍAZ, José; Jesuitas de los siglos XVI y XVII: escritos localizados. Madrid, Universidad Pontificia de Salamanca – Fundación Universidad Española, 1975.


viernes, 4 de noviembre de 2011

HA FALLECIDO LUIS ALDEHUELA

Esta mañana, a las 9:30 horas nos dejó don Luis Aldehuela Gómez, el pintor, el escultor, el escritor, el del alma sensible, el amigo de sus amigos. 
Aquellos que compartimos alguna vez deliciosos minutos con él, los que nos hemos llenado de su arte desde niños, quienes nos sentimos orgullosos de ser andujareños sobre todo porque de esta tierra han salido genios como el que hoy se nos ha ido, no podemos por menos que sentirnos hoy más solos. 
Pero queda, al menos, su obra: ese San Antonio que yo contemplaba extasiado cuando, de niño, mis padres me llevaban a la misa vespertina de San Bartolomé; el recio ángel confortador ofreciendo el consuelo a Jesús en su Agonía del Huerto de Getsemaní; los cientos de telas donde ha estampado su amor a María Santísima de la Cabeza, a la sierra, a las gentes de su Andalucía. Y también nos queda el arte prendido en el alma de sus tres hijas.
Ha faltado, eso sí, un reconocimiento más oficial a su trayectoria artística, ha faltado también una exposición que recoja todo su buen hacer, y una publicación para difundir su legado. No le faltó nunca el amor y el cariño de su familia, de sus amigos, de sus admiradores.
 Se nos ha ido el artista de mirada inquieta, el niño grande que disfrutaba con las cosas sencillas. Luis. Eterno. Artista. Para siempre.