domingo, 24 de enero de 2016

VENERABLE FRAY JUAN DE SAN ANTONIO
(c. 1582 – 1624)



Mártir franciscano


Hace unos meses recordábamos en el blog al venerable fray Gómez de San Luis, franciscano andujareño que encontró la muerte en Japón en 1637. Hoy lo hacemos con otro hijo de Andújar, franciscano también, que fue inmolado unos años antes, dentro de la exterminación exhaustiva que se llevó a cabo desde aquella fecha gloriosa para el martirologio cristiano del 5 de febrero de 1597, cuando San Pablo Miki y sus compañeros hallaron la muerte en una colina frente a la ciudad de Nagasaki.

Recreación de una ejecución pública por razones de fe en Japón
(Wikipedia, creative commons)


En verdad nuestro biografiado se llamaba Juan del Caño Notario y era hijo de Francisco del Caño e Isabel Notario. Fue hermano del doctor Alonso del Caño, al que ya le hemos dedicado unas líneas en una entrada anterior. Su nacimiento cabe situarlo sobre 1582. Comenzó a estudiar en Baeza y allí decidió seguir la senda de San Francisco de Asís, tomando el nombre de San Antonio porque, según él, había sido este santo el que lo había llamado a ser religioso. En 1601 acabó el noviciado y tras ser ordenado sacerdote, pidió marchar al Japón.

Fachada del antiguo convento de San Francisco
de Baeza (Jaenpedia, creative commons)


La evangelización de aquellas remotas tierras era un objetivo que se habían autoimpuesto algunas órdenes religiosas. En 1549 San Francisco Javier fue el primer religioso que llegó a Japón. El santo jesuita hablaba con admiración de aquel pueblo, alabando su inteligencia y costumbres. La compañía de Jesús obtuvo del papa Gregorio XIII la exclusividad evangelizadora y comenzaron su actividad con el apoyo de Portugal y el permiso de las autoridades niponas. Otras órdenes, entre la que se encontraban los franciscanos también ansiaban llevar allí el mensaje de Cristo. Pero los jesuitas hacían valer el permiso pontificio y además recelaban de los métodos de la orden seráfica, que vinculaba la evangelización más a los pobres y no tenían en cuenta ciertos acuerdos comerciales entre los japoneses y los portugueses. Los franciscanos debían conformarse, pues, con extender el Cristianismo por Filipinas y no pisar suelo japonés. Allí, a la antigua colonia española llegó nuestro paisano en 1605 y estuvo predicando el Evangelio a los nativos por espacio de tres años, en su propia lengua.

Retrato de Hideyoshi, de 1601
(Wikipedia, dominio público)


El shogun de Nagasaki, Toyotomi Hideyoshi, pretendió que los españoles que vivían en Japón le pagasen un vasallaje. El embajador de Manila envió a varios franciscanos que residían en Filipinas para que negociaran con Hideyoshi. Era conocida la buena disposición de algunos religiosos para estas cuestiones y, además, uno de ellos conocía la lengua. Esta es la ocasión propicia que aprovecha la orden de San Francisco para iniciar su labor evangelizadora en Japón. Los jesuitas continuaron con su catequesis, ligada a los hombres de poder y con la permisividad de las autoridades japonesas que deseaban tener buenas relaciones comerciales con Europa; mientras que los franciscanos se dedicaron a los más menesterosos, abriendo varias hospitales y leproserías. Este acercamiento a la gente sencilla fue lo que alarmó al poderoso Hideyoshi que, en 1587, prohíbe el culto público al Dios cristiano. Los jesuitas acatan la orden, aunque continúan con su labor catequética en la sombra. Los franciscanos, en cambio, la desoyen y no ocultan su religión. A raíz de esto, se produce el primer martirio colectivo: 6 franciscanos, 3 jesuitas y 17 laicos japoneses fueron mandados crucificar diez años después.

Libro que relata la persecución religiosa en
Japón a lo largo del XVI y el XVII.


Esto no detuvo en absoluto el crecimiento del Cristianismo en Japón ni las ganas de muchos religiosos de arribar a aquellas tierras para seguir extendiendo su fe. En 1608, fray Juan de San Antonio pudo por fin pisar tierras niponas y se dedicó con afán a su labor durante dieciséis años. Por desgracia, en 1613 se inicia otra oleada de asesinatos de religiosos y laicos cristianos que tendrá su culmen en 1637. Entre esos años se calcula que murieron unas 205 personas, amén de los mártires de 1597. Uno de esos sacrificios humanos estará protagonizado por nuestro paisano quien, al parecer, fue apresado en Nagasaki y, como no pudieron conseguir que abjurara de su fe, lo crucificaron en aspa y lo mataron a arcabuzazos. Esto sucedió en el mes de junio de 1624, según varias fuentes consultadas, aunque en el Diario histórico, político, canónico y moral publicado en 1731 se consigna 1633 como el año de su sacrificio. Sus reliquias se trasladaron a Manila, donde fueron veneradas. Su fiesta se celebra el 8 de junio.



FUENTES:


ÁLVAREZ DE LA FUENTE, José; Diario histórico, político, canónico y moral. Madrid, Tomás Rodríguez, 1731.

GUTIÉRREZ CARRERAS, Pilar, Los primeros mártires de Japón. Nagasaki, 1597 (conferencia pronunciada en la hospedería de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, 16 de febrero de 2014).

SICARDO, P. José; Cristiandad del Japón. Madrid, Francisco Sanz, 1698.

TERRONES ROBLES, Antonio; Vida, Martirio, Translación y Milagros de San Eufrasio Obispo y Patrón de Andújar. Granada, 1657. Edición facsímil: Jaén, Diputación Provincial, 1996.

TORRES LAGUNA, Andújar cristiana. Andújar, La Puritana, 1956.

VILCHES, P. Francisco de; Santos y santuarios de Jaén y Baeza. Madrid, Domingo García y Morrás, 1653. part. I, cap. 69.