domingo, 22 de mayo de 2016

Joyas bibliográficas de Andújar VI: Iconografía de la Virgen de la Cabeza, de Santiago de Morales Talero


En un mes tan mariano como el florido mayo, viene bien recordar la publicación de este librito de 90 páginas allá por el año 1960, salido de la pluma de este autor, afincado en Arjona, que era conocido en el mundillo periodístico y erudito como “Eseme”.
El ensayo se presenta como un intento de mostrar una obra realizada con cierto rigor científico, alejada de los cronicones y supuestas verdades no contrastadas. No obstante, Morales insiste en que se va a centrar en estudiar la iconografía de la advocación de la Cabeza, especialmente la antigua imagen que fue venerada en su santuario hasta 1936: “Al no existir la imagen verdadera, y al ir desapareciendo, por la ley de vida, las personas que la conocieron, llegará un momento en que vaya borrándose su recuerdo y por ello estimo de utilidad el hacer este presente estudio, sin pretensiones, desde luego, eruditas, por mi poca valía y saber, para que quede, al menos, constancia de cómo era tan devota Imagen”. 
El autor relaciona la imagen de la Virgen de la Cabeza con otras de similar factura, y lo mismo hace con la leyenda de la aparición. Se detiene también en el nombre de la advocación y defiende que más que provenir de la denominación del cerro Cabezo, habría que atender a Salcedo Aguirre que en 1614 afirmaba: “En lo más alto de la Sierra Morena y en la cumbre del cerro, había una peña grande, que tenía forma de cabeza, y por ello lo llamaban Cerro de la Cabeza”. Repasa las diversas imágenes que bajo esa advocación se veneran en España, ofreciendo fotografías de algunas de ellas.
La obra es un loable intento de sistematizar lo publicado hasta el momento en materia iconográfica y aplicarlo a la Virgen de la Cabeza, aunque con el inconveniente de no poseer testimonio gráfico alguno de la talla antigua ni testimonio fiable de qué se ocultaba tras sus vestiduras. Por tanto, el mismo autor reconoce que: “Dicho cuanto antecede, ya poco se puede añadir, a no ser detalles del Santuario, Cofradía y fiestas que, aunque propiamente rebasan el tema de la iconografía, merecen consignarse muchos de ellos, por lo curiosos”. Es decir, que a partir de la página 63 se aparta del motivo central del libro para hacer un somero repaso de lo más importante del culto y fiestas de la Morenita. 
El trabajo se completa con dos addendas: la bula de Juan XXIII declarando a la Virgen de la Cabeza patrona de la diócesis de Jaén y una referencia a cómo se le rindieron los máximos honores militares a la imagen en la romería de 1950, concedidos por el jefe del estado, el cual, según parece, habría firmado un decreto del Ministerio del Ejército para que se rindieran esos honores. No obstante, el propio Santiago de Morales reconoce que “no hemos tenido la suerte de dar con el decreto referido, a pesar de haberlo buscado en el Diario Oficial del Estado, como en el del Ejército, y de la Guardia Civil”. Extraño y curioso que tan solo exista constancia de ese decreto por boca del entonces director general de la Guardia Civil, Camilo Alonso Vega, y que no haya, al parecer, testimonio escrito de este homenaje castrense. Materia de investigación para los historiadores de la Morenita, pienso yo.

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