lunes, 21 de mayo de 2012


DIEGO LLORI TRUJILLO
(1966)




Bailaor, coreógrafo, actor...

...artista de cuerpo entero podríamos resumir. Un auténtico orgullo para Andújar y para el barrio que lo vio nacer: el de San Bartolomé, que dicho sea de paso, es el mío. Barrio de artistas, como proclama una sevillana andujeña.
En el caso de Diego Llori, todo hay que decirlo, se ha hecho justicia y, profeta en su tierra, vio hace años cómo se le dedicaba un merecido homenaje: actuaciones de las escuelas de baile de su ciudad intercaladas con mensajes de apoyo de sus colegas de profesión y amigos (Miguel Narros, Pastora Vega, Ana Belén...) fueron el plato fuerte de una jornada que comenzó con el cambio de rotulación de la calle donde nació; desde entonces: “Diego Llori. Bailaor”. ¡Casi ná!
A falta de buscar en sus orígenes más primigenios, su currículum reza que comenzó a formarse en este bello arte de la mano del maestro Caracolillo en Sevilla y de Paco Romero en Madrid, ciudad en la que empezó a despuntar como bailaor, y donde reside en la actualidad.
En 1986 Carlos Saura le da una gran oportunidad al formar parte del elenco de la película El amor brujo. Ese mismo año se integra en el Ballet Nacional de España, interviniendo como primer bailarín y solista.
En 1989 Matilde Coral y Juan Morillas le piden colaborar en la creación del primer ballet andaluz como coreógrafo y artista invitado. Compatibiliza esta gran responsabilidad bailando en la compañía de Rafael Aguilar, en su espectáculo Bolero. Un año después recibe el premio “Ciudad de Barcelona” al mejor bailarín nacional de España, junto con Nacho Duato, Víctor Ullate, Cristina Hoyos y José Granero.

(De www.eurowon.com)

Resulta impresionante cómo se ha ido acrecentando la madurez artística de Diego, bailando con los más grandes hasta llegar a ser él mismo una referencia actual dentro del baile flamenco: Manuela Vargas y Miguel Narros lo seleccionan para Fedra, con música de Enrique Morente; en 1992 comparte escenario con Montserrat Caballé, Ana Belén, José Sacristán... para La Gallarda de Alberti, con motivo de la inauguración de la Expo sevillana; Miguel Narros vuelve a reclutarlo para El gran teatro del mundo en 1993; Távora para El Cachorro (1994); en 1996 es artista invitado en la compañía de Blanca del Rey; en 1997 interviene en Yerma, de Nuria Espert y, casi sin transición es contratado para ser “Juan el bautista” en Salomé; y vuelve a ser invitado por Blanca del Rey para el espectáculo Renacer.
1999 es un año de inflexión en la vida de Llori: forma su propia compañía. Una de sus vertientes será la adaptación de clásicos al flamenco; la otra, obras de libre creación. En el primer campo destaca el haber trasladado el personal universo del gallego Valle-Inclán al flamenco con la adaptación de la obra teatral Ligazón. Dentro del segundo apartado de su compañía hay que destacar el espectáculo Payos como olivos, donde Diego Llori es director artístico y coreográfico, primer bailaor y protagonista.
En 2004 realiza gira por España, Japón, Portugal y Suiza con la obra Carmen Carmela, de Antonio Canales, donde interpreta al torero Escamillo.
2005 es el año de una gran responsabilidad ya que le encargan la coreografía para la apertura del Mundial de Taekwondo en Madrid. Ese mismo año recorre España con el espectáculo Romería flamenca.
Entre 2005 y 2007 colabora con la compañía de Mario Maya como primera figura en Diálogos del Amargo.
Su fama internacional se acrecienta cuando el director de cine y teatro Franco Zeffirelli le encomienda de nuevo el papel del torero Escamillo en la ópera Carmen. También colaboraría con Zeffirelli en la ópera La Traviata.

(De www.tupatrocinio.com)

Desde 2009 es director artístico del popular tablao flamenco “Café de Chinitas”, en Madrid, donde también es primera figura del cuadro flamenco.
Por todo esto no fuera suficiente, su currículum se cierra destacando que ha impartido cursos de baile en Italia, Rusia, China y otros países.
Está casado con la bailaora Rosario Inchausti.
Esperamos que nuevos retos y sonados triunfos sobre los escenarios nos lleven próximamente a ampliar la información que aquí ofrecemos sobre Diego Llori Trujillo. ¡Suerte, maestro!


Calle dedicada al artista en su barrio
de San Bartolomé de Andújar



En esta página se pueden encontrar algunos vídeos subidos por el propio Llori de algunas de sus actuaciones, así como del homenaje que Andújar le tributó:

http://www.youtube.com/user/flamencollori?feature=results_main


FUENTES:








lunes, 7 de mayo de 2012


RAMÓN DE VALENZUELA Y SÁNCHEZ-MUÑOZ
(1864-1909)



Abogado y sacerdote.

La vida de aquellas personas que alcanzaron cierto renombre en su momento (y solo en su momento) ha quedado compilada, en muchos casos, en enciclopedias como la Espasa, como único vestigio público de su existencia. En una de las amarillentas hojas de este diccionario enciclopédico, nuestra vista tropieza con el nombre de un hijo de Andújar: Ramón de Valenzuela y Sánchez-Muñoz. Impresiona la profusión de datos allí reseñados y que aquí transcribimos (a pesar de la mala fama que, en materia biográfica, arrastra dicha enciclopedia), sobre todo teniendo en cuenta el desconocimiento que rodea hoy día a su figura.

Alcorisa, localidad donde residió Ramón de Valenzuela.
(www.alcorisa.org)

Nuestro personaje perteneció a una ilustre familia andujareña. Su hermano (más conocido) fue Rafael de Valenzuela, abogado y escritor, padre del teniente coronel Valenzuela, héroe de la guerra de África, cuyo nombre ostentó la actual plaza de la Autonomía hasta hace unos años. Nació don Ramón un seis de septiembre de 1864. Fue uno de los siete hijos del matrimonio formado por don José María de Valenzuela y Valenzuela, y doña Adelaida Sánchez-Muñoz Baciero. Hizo sus primeros estudios en el colegio del Salvador y siguió la carrera de Derecho en la Universidad de Zaragoza (ciudad en la que se establecerían los dos hermanos). Fue registrador de la propiedad de Zamora, primero, y de Zaragoza después, fundando en la ciudad del Ebro una academia de leyes. Pero durante una estancia en Valencia (patria chica de su madre), su vida dio un vuelco: sintió la vocación sacerdotal e ingresó en el convento de los franciscanos de la capital valenciana. Debido a unos problemas de salud, volvió a Zaragoza, y, una vez repuesto, marchó a instruirse en los estudios sagrados en Alcorisa (Teruel), con los padres paúles, en la antigua casa solariega de los barones de la Linde. Teniendo en cuenta que esta congregación religiosa llega a la población turolense en 1893 y que en 1895 ya han abandonado el palacio de la Linde, hay que concluir que Ramón de Valenzuela residió en Alcorisa cuando contaba aproximadamente treinta años de edad.

El nuevo sacerdote pronto se interesó por las cuestiones sociales, especialmente por la mejora de las condiciones de vida de la clase obrera. En este sentido, impulsó el Círculo Católico de Obreros, que había sido creado en 1902, llegando a presidirlo. Además, creó las Escuelas del Ave María, que seguían el espíritu de las fundadas en Granada por el padre Andrés Manjón. Su actividad incansable le llevó a reglamentar la Escuela Dominical, en la cual estableció el denominado catecismo de perseverancia; organizó todas las secciones de las Obras, fundó gremios, una bolsa de trabajo, una biblioteca, etc. 

El Ebro a su paso por Zaragoza (www.centraldereservas.es)

Se encargó igualmente de reorganizar la Caja de Socorros Mutuos, organismo que emana del progresivo afianzamiento del movimiento obrero; aunque en este caso la Iglesia lo usara justamente para contrarrestar la influencia creciente de la ideología socialista.

Para terminar, hay también referencia a las disertaciones que solía dar don Ramón acerca de cuestiones sociales que, suponemos, irían en la senda antes apuntada de oponer un sentido cristiano de cierta justicia social a las crecientes corrientes revolucionarias en Europa.

Este paisano nuestro murió en Zaragoza en 1909.



FUENTES:

IBÁÑEZ, L.; “Reseña histórica del Colegio y Casa-misión de Alcorisa (Teruel)”, Anales Madrid, 1914, pág. 241 ss.

VARIOS, Enciclopedia Universal Ilustrada. Barcelona, Espasa-Calpe, 1929. Tomo 66, pág. 695.