sábado, 30 de noviembre de 2024

 

SOR LUCÍA YÁÑEZ

(1640 – 1710)

 

Edición en sepia del cuadro de Luis Aldehuela


 


Monja trinitaria


    Al tener a la vuelta del calendario la festividad de la Purísima, es bueno recordar en el blog la figura de esta religiosa de la Orden de la Santísima Trinidad, que ha pasado a la historia por una premonición relatada ya en tantas ocasiones que forma parte de la memoria colectiva de la ciudad: un 8 de diciembre de 1679, sor Lucía, en compañía de sus hermanas de religión, se hallaba contemplando, tras las celosías del convento, la procesión de la Cofradía de la Inmaculada Concepción del extinto convento de San Francisco. En un momento dado, nuestra monja advirtió que los integrantes del cortejo simulaban ser esqueletos que se arrastraban pesadamente sobre el empedrado de la calle. Sor Lucía tuvo claro que un gran mal se cernía sobre su pueblo y rogó al Cabildo que se aprestara a prepararse para lo peor: el azote terrible de una epidemia, como otras que habían azotado esta tierra en tiempos pasados. Al margen de las lógicas prevenciones que pudieran tomar los munícipes, nuestra monja hizo resaltar la importancia de agradar a Dios para que la enfermedad no hiciera excesiva mella en sus conciudadanos y así, se prohibieron las representaciones teatrales mundanas. Cabe pensar en el perjuicio que acarrearía esta decisión a la gente de la farándula pero el hecho es que desde ese momento la antigua casa de comedias dejaría de perder su función paulatinamente y se transformó después en casa consistorial hasta el día de hoy. 

 

Antigua fotografía de la calle 22 de julio,



 

     La visión de sor Lucía tuvo su ya conocido correlato en la peste que sufrió Andújar pocos meses después y que se saldó, según datos de las actas capitulares, con el fallecimiento de unas seis mil personas: el mayor impacto demográfico negativo sufrido por la ciudad a partir de una epidemia que tuvo, lógicamente, su repercusión en la economía andujareña, todo ello estudiado por Enrique Gómez Martínez. La tradición oral extendió en su momento que los apestados que se acercaban al convento de madres trinitarias y se rozaban contra sus muros lograban curarse. En sintonía con este hecho también conocemos que los enfermeros de esos mismos apestados vestían túnicas de la Cofradía del Nazareno de la Trinidad para preservarse del contagio.

 

    A raíz de esta peste, el Cabildo realizó un voto solemne para dedicarle todos los años un octavario a María Inmaculada y una solemne fiesta con asistencia de los caballeros veinticuatro. Con el correr de los siglos, la cofradía franciscana se extinguió, al igual que la Hermandad de la Concepción que tenía su sede canónica en San Bartolomé. Pero el testigo fue recogido por el cenobio trinitario y en la actualidad, la Cofradía de la Inmaculada Concepción sigue manteniendo viva esta tradición que se remonta a más de tres siglos de antigüedad, con renovación incluida del voto en el siglo XVIII con motivo del terremoto de Lisboa y en época más reciente, a raíz de la pandemia de Covid.

 

Inmaculada Concepción del siglo XVIII 
                                                     (www.odisur.es)

 

    No tenemos muchos datos de la vida de sor Lucía y estos se ciñen, sobre todo, a lo que dejó escrito su confesor y las cartas de la priora del convento al Definidor de la Orden. Ambos coinciden en que era “natural, cándida, sencilla y sin género de malicia, doblez o artificio. La candidez se junta a la gran cautela en las cosas de Dios; muy grande silencio y miedo de hablar a otros fuera del padre espiritual, tanto que por saber que algunas veces ha dicho algunas predicciones o secretos de los corazones que la oían: unas veces sin saber lo que decía, otras con la vehemencia de la pasión que le da en el corazón sin poderse reprimir, padeciendo ansias mortales, hasta decirlas”. Queda claro, pues, que no fue esta la única revelación que tuvo, sino que sor Lucía parecía tener cierta predisposición a las visiones, en consonancia con el ambiente ultrarreligioso de la época. Tuvo también un hermano trinitario de nombre Antonio, que profesó y vivió en Andújar. Ella, por su parte, tomó los hábitos un 8 de septiembre de 1659, siguiendo al erudito Ruiz Juncal. Y poco más se puede decir de nuestra religiosa, salvo que falleció en su ciudad natal el 21 de diciembre de 1710. Ojalá aparezca algún día la biografía que, al parecer, escribió el marqués de la Merced y que pudiera contener más datos, aunque quizás en clave hagiográfica.

Fachada del convento de MM. Trinitarias    
                                                         (Wikipedia)
 

    Tras el siglo de las luces y el positivismo del siglo posterior, donde el sentimiento religioso intenta afianzarse desde luego no en las supuestas visiones de una monja del Barroco, a finales del siglo XIX se inicia el proceso de beatificación de sor Lucía, en paralelo al del también paisano trinitario Marcos Criado, pero se abandonó en 1905 por la falta de pruebas documentales que afianzaran la santidad de nuestra monja.


 

    En 1980 la comunidad trinitaria de la ciudad y el Ayuntamiento conmemoraron los tres siglos del vaticinio con actos culturales y religiosos que tuvieron lugar en la iglesia conventual de la Limpia y Pura Concepción, vulgo de Trinitarias. Ello fue el germen de la actual Cofradía de la Inmaculada y motivó que el recordado Luis Aldehuela pintara un cuadro con la efigie de sor Lucía que se ha utilizado para encabezar esta entrada. Sor María Inmaculada Velasco Peña escribió el himno a la venerable madre Lucía, con música del también añorado Pablo Alcalde. En el año 2010 se representó la obra teatral Sor Lucía, una mujer consejera de su pueblo, escrita por Andrés Borrego Toledano y Juan Rubio Fernández. 

 

 

FUENTES

 

BAREA COLLADO, Manuel A.; Pasión y Gloria en Andújar. Andújar, Ayuntamiento, 2022.

CABEZAS AMURGO, Ángel; “Sor Lucía Yáñez, la monja visionaria de Andújar”, Facebook Pasión por Andújar.

CARRISCONDO ESQUIVEL, Francisco Manuel; “Nombres para una historia. Sor Lucía Pérez Yáñez”, El Guadalquivir, 7 (sept. 1994), p. 30. Nótese cómo aparece el apellido Pérez, ya que también se ha barajado esta posibilidad para nuestra biografiada.

GÓMEZ MARTÍNEZ, Enrique; “La Cofradía de la Inmaculada” (pp. 75-98), en “La devoción a la Inmaculada Concepción de María en Andújar. XXV años de su Cofradía (1981-2006)”. En VARIOS, La Cofradía de la Inmaculada. XXV aniversario (1981-2006). Andújar, Cofradía de la Inmaculada, 2008; pp. 75-106.

RUIZ JUNCAL, Antonio; “Convento de Trinitarias de Andújar”, Mirando al santuario, 36 (1925), p. 178.

VARIOS, Vaticinio sobre un pueblo, Andújar. Conferencias con motivo de la clausura del III centenario del vaticinio del cólera de 1680. Andújar, 1982. Córdoba, Soc. Coop. Industrial Tipografía Católica, 1982.




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