FRANCISCO
TERRONES DEL CAÑO
(1551
– 1613)
Publicado por Maudilio Moreno en el blog de la Cofradía de la Veracruz (http://veracruzandujar.blogspot.com.es /2013/07/la-efigie-de-don-francisco-terrones-del.html) |
Prelado. Predicador real.
No podíamos despedir este 2013 sin referirnos a este andujareño de
mente tan preclara y verbo prodigioso, de cuyo fallecimiento se
cumplen ahora cuatro siglos. Alcanzó don Francisco Terrones Robles
Aguilar del Caño el reconocimiento general de su tiempo entre las
gentes ilustres (incluyéndose aquí tanto el rey Felipe II como el
papa Pío V), como también el cariño de sus paisanos, dado que fue
el príncipal impulsor de que Andújar recuperara parte de su
supuesto pasado con la llegada en 1597 de la reliquia de San
Eufrasio.
Nació en 1551 en el barrio de San Bartolomé. Por parte de padre
descendía de los Robles del Infantado del Torío (León) y su
bisabuelo, el capitán Juan de Robles, fue el que concertó la toma
de Málaga por los Reyes Católicos. La rama materna de los Caño se
encontraba entre lo más ilustre del patriciado local. En 1564 inició
estudios en la Universidad de Baeza, culminándolos en Salamanca,
donde se doctoró en Teología. Influencia decisiva en sus estudios
tuvo su tío, don Juan del Caño, al cual visita en León en el año
1569. En 1572 ya está en el colegio de Santa Catalina de Granada
como catedrático de Teología Escolástica.
Torre de S. Bartolomé de Andújar |
Pero, a la par que va incrementando su sabiduría, debe cumplir con
su deber de sacerdote y regenta dos parroquias en las cercanías de
Madrid. No obstante, inclinado por la enseñanza, gana por oposición
la cátedra de Escritura en Baeza. Su futuro más inmediato va a
estar, de nuevo, unido a Granada de cuya iglesia mayor es nombrado
canónigo de Sagrada Escritura en 1587. Un año después surgirá la
disquisición acerca de la veracidad o no de los pergaminos y
supuestas reliquias encontradas en el Sacromonte, hecho en el cual
nuestro Terrones tendrá un papel relevante. Se le encomienda que
acuda a la corte para llevar una copia del manuscrito y que allí sea
analizado por expertos. No obstante, el inquieto andujareño, no es
tan solo emisario sino que parece estar detrás de cierto escrito
donde se pone en duda la autenticidad de las reliquias, por lo cual
es amonestado. Gracias a esa visita a la capital del reino, llega a
conocimiento del rey Felipe II la prudencia y el celo de Terrones y,
ante todo, su facilidad para la disertación. Con gran rapidez, el
rey lo nombra su predicador personal, cargo que ostentará hasta
1601.
A partir de ese momento, Terrones debe alternar su puesto en la
corte con su cargo eclesiástico en la catedral de Granada, de cuyo
arzobispado es nombrado contador y visitador en 1593. Más adelante
consigue el cargo de magistral y también abad mayor de Aracena, pero
requerido de continuo por Felipe II se traslada definitivamente a
Madrid. De esa etapa como predicador real los autores contemporáneos
a Terrones han dejado escritas famosas frases que ponderan al gran
orador que fue: el mismo rey lo elogiaba diciendo que sabía escoger
para cada concepto un vocablo, pero que era siempre el más idóneo;
doña Margarita de Austria se refería a él como “mi predicador,
el mi Terrón”; y parece que se debe a la infanta Isabel Clara
Eugenia aquel famoso “Terrones, ni se cansa ni nos cansa”, que
alguien quiso referir de otro predicador real.
Estatua orante de F. Terrones |
Sobre 1596, ya fallecido su tío Juan del Caño (que postuló la
relación entre Andújar y la antigua ciudad romana de Iliturgi),
conoce de la existencia en Galicia de una tumba donde se venera a San
Eufrasio, primer obispo de Iliturgi. Inicia las gestiones para que
una reliquia sea trasladada a Andújar, a la iglesia que se erige
junto al convento de padres trinitarios (en la actual plaza del
Cámping). El 15 de mayo de 1597 uno de sus portentosos sermones lo
dedica a este hecho, predicación que tiene lugar en San Bartolomé,
su parroquia, de donde saldrá la reliquia en procesión hasta el
templo de San Eufrasio. Su hermano, Mauro Terrones, también tendrá
un papel determinante en la consecución de este objetivo. Dicho
sermón se conserva gracias a que Antonio Terrones Robles (sobrino de
Francisco Terrones) lo incluyó en la obra que glosa la relación
entre San Eufrasio y Andújar, y habla de aquellas jornadas tan
señeras para la vida religiosa de la ciudad.
La mayor parte de sus sermones se perdieron tras su muerte. Tan solo
han llegado a nuestros días, amén del ya citado sobre San Eufrasio,
el que dedicó a la muerte de la infanta dona Catalina y el de las
honras fúnebres del propio rey Felipe II (1598). Cuenta el que fue su principal
biógrafo (su hermano, el franciscano y también orador Juan
Terrones) que en numerosas ocasiones predicó en las estancias
privadas de los miembros de la familia real, en especial del rey,
cuando este, impedido por la gota, ya no podía acudir a la capilla
de palacio. Este hecho motivó que en 1995 Ricardo de la Cierva
publicara la novela Yo, Felipe II: las confesiones del rey al
doctor Terrones.
Fallecido Felipe II, su principal valedor, la estrella de
Terrones se irá eclipsando poco a poco. No obstante, Felipe III
sigue valorando su sapiencia y lo nombra miembro del Consejo de
Indias en 1600. Un año después, sin embargo, deja la corte para
hacerse cargo de la diócesis gallega de Tuy. Allí se ocupará de
organizar las distintas parroquias (a las que gira visita pastoral a
lo largo de dos años), encargará una reja para proteger el sepulcro
de San Eufrasio en Nuestra Señora de Valdemao (Lugo) y también
deberá dar cristiana sepultura en la propia catedral de Tuy a su
hermano fray Mauro.
De 1605 data una carta enviada a su sobrino Alonso del Caño
(catedrático de la Universidad de Salamanca) donde le aconseja cómo
predicar. Este parece ser el punto de partida de su famosísima
Instrucción de predicadores, uno de los más celebrados
ensayos publicados en el siglo XVII en España acerca del poder de la
oratoria, y que vio la luz tras su muerte por su hermano Juan, en el
año 1617. Tal era su fama de gran orador, que habiéndolo oído
predicar el propio papa Paulo V le otorgó el privilegio de bendecir
más de doscientas imágenes, cruces o medallas.
En 1607 se le concede el patronazgo de la capilla mayor de San
Bartolomé de Andújar, donde será enterrado años después y cuyo
espacio enriquecerá con un retablo, desgraciadamente desaparecido.
También costeó otras obras de envergadura en la que había sido su
parroquia.
Un año más tarde, en 1608 es nombrado obispo de León. Se dedica
con celo a cuidar de su nueva grey, sin abandonar su vocación
oratoria, y así predica con motivo del fallecimiento de la reina
Margarita de Austria. En León llegó a celebrar siete sínodos y
suprimió varias fiestas religiosas, ya que el exceso de las mismas
estaba empobreciendo a la diócesis, que vivió acuciada por los
deudores más allá de la muerte de Terrones.
Y esta, la muerte, le sorprende a nuestro paisano un trece de
febrero (o marzo) de 1613 en Villalón (Valladolid). Fue enterrado en
el convento de los agustinos de Mansilla de las Mulas (Leon). El 16
de abril de ese mismo año se celebraron en su memoria los funerales
en el convento de las descalzas de Zamora [tenía Terrones gran
relación con las tierras zamoranas, adonde iba con frecuencia a
descansar], predicando su hermano Juan.
Sobre 1651 hay constancia que su cuerpo ya descansaba en San
Bartolomé, junto al de sus hermanos Lorenzo y Antonio, sepulcro que
fue profanado en los hechos aciagos de 1936. De su túmulo funerario,
tan solo se conserva su urna en piedra, un busto decapitado y la
inscripción que aún puede leerse en uno de los muros de la capilla
mayor.
Su obra ha sido recuperada no hace muchos años en una cuidada
edición a cargo de Francisco Javier Fuente Fernández (León, 2001).
El ayuntamiento rotuló una calle de escaso tránsito y relevancia con su nombre. Pido desde aquí que se busque otro lugar en el callejero de Andújar (aunque, por favor, sin sacrificar ninguna denominación sancionada por la tradición) para recordar a este andujareño inmortal.
FUENTES:
FUENTE FERNÁNDEZ, Francisco Javier; Estudio introductorio de
TERRONES DEL CAÑO, Francisco; Obras completas. León,
Universidad, 2001. Colección Humanistas españoles, 22.
GALIANO PUY, Rafael, “Biografía del doctor don Francisco Terrones
del Caño, predicador real y obispo que fue de Tuy y de León”,
BIEG, 183, (2003), págs. 207-255.
GONZÁLEZ OLMEDO, P. Félix; Prólogo a TERRONES DEL CAÑO, Don
Francisco; Instrucción de predicadores. Madrid,
Espasa-Calpe, 1960. Clásicos castellanos, 126.
PALOMINO LEÓN, Jesús Ángel; “La tumba de don Francisco Terrones
y retablo de capuchinos: nuestro patrimonio más desconocido”,
Andújar Press, enero-febrero 1996, pág. 21.
PIÑERO JIMÉNEZ, Francisco; Giennenses ilustres. Jaén, 1959.
Tomo II; págs. 143-146.
TERRONES ROBLES, Antonio; Vida, Martirio, Translación y
Milagros de San Eufrasio Obispo y Patrón de Andújar. Granada, 1657.
Edición facsímil: Jaén, Diputación Provincial, 1996.
http://veracruzandujar.blogspot.com.es/2013/07/la-efigie-de-don-francisco-terrones-del.html (Interesante artículo de Maudilio Moreno donde se refleja la vinculación de Terrones con la parroquia de San Bartolomé y la Cofradía de la Veracruz).
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