BERNARDO
ESTEPA LLAURENS
(1929
– 2014)
Profesor de primaria, flamencólogo.
Se nos ha ido don Bernardo, otro puntal de la Andújar
eterna, de aquella que algunos añoramos porque evoca una ciudad de
paredes encaladas, calles pedregosas y balcones henchidos de verbenas
y gitanillas. Todo lo típica que se quiera, pero con un encanto sin
igual. También una Andújar con gañanes y señoritos, con esa
fatuidad que criticó Machado (Antonio), pero con el sortilegio del
enamoramiento a la luz de la luna y el vapor de la manzanilla
penetrando con regusto en el gaznate y en el alma que cantara el otro
Machado (Manuel).
Pero no nos desviemos. O quizás, no lo estamos
haciendo. Lo que ocurre es que me resulta difícil glosar la figura
de Bernardo Estepa Llaurens fallecido apenas unos días (el cuatro de enero,
para ser más exactos), y olvidar a aquel señor tan serio e
importante que presidía muchas de las conferencias impartidas en el
hoy salón de actos “Juan Machado Grima” (otro Machado, este, de
alguna forma, más nuestro) y que, un buen día, sin conocerme de
nada, me saludó y me invitó a seguir acudiendo a la casa de cultura
para oír a Enrique Gómez, a Juan Vicente Córcoles, a José
Domínguez..., a todos aquellos que me incitaron a conocer más y
mejor a Andújar. Me emocionó, todo hay que decirlo, que don
Bernardo, el maestro, el amante del flamenco, el romero, el concejal,
saludara a este chaval de la calle Colladas. Después, el destino me
hizo trabar cierta relación con él y degustar su habla reposada y
sus conocimientos sobre la ciudad que a los dos nos cobijaba... con
sus luces y sus sombras.
Escribía hace unos días en el Ideal Alfredo
Ybarra lo siguiente: “La historia de los pueblos se acuña con la
vida de sus personajes, especialmente de algunos que son los que
mueven timón y manejan aparejo en su
travesía en el tiempo”. Palabras elocuentes referidas a nuestro biografiado,
a alguien que ha conformado en silencio y sin estridencias buena
parte de lo que hoy es Andújar.
Tomado de: Mirando al santuario. |
Nació un 13 de febrero de 1929, en el seno de una
familia que no necesita presentación, familia que se vio abocada a
la supervivencia cuando los avatares de la posguerra se cebó con
ella, pero que salió a flote gracias al coraje de su madre. Tiempo
habrá, más adelante, de glosar la vida y obra de otros miembros de
esta progenie que destacó en la enseñanza, el compromiso político
y la religión. Cursó estudios de Magisterio en León, cuyo título
obtuvo en 1947, aunque ya antes se había iniciado en el oficio de
enseñante, merced a la escuela que regentaba su familia. Tras
aprobar la oposición a maestro nacional, su primer destino fue
Bélmez, en Córdoba. Solicitó excedencia de su plaza y volvió a
ingresar en 1965, en el colegio “Capitán Cortés” de Andújar.
Al año siguiente lo envían a La Quintería y durante otros cinco
años lo tenemos en la escuela de Llanos del Sotillo. En 1972 vuelve
a Andújar, al “Capitán Cortés” de niños que con posterioridad
recibiría la denominación de Francisco Estepa (su hermano). Desde
que reingresó en 1965, cerró el Colegio privado de la familia que
se llamaba “San José de la Montaña”, y mantuvo la academia para
alumnos de Bachillerato.
Otra faceta suya fue la de la vida política, en la que
se inició en 1979, al ser elegido concejal por la lista de U.C.D. al
ayuntamiento de Andújar. Recordaba Bernardo aquella experiencia con
gran placer, ya que se trató del primer consistorio democrático de
la historia reciente de nuestro país, y las tareas municipales se
repartieron entre los distintos concejales, sin tener muy en cuenta
la filiación política de cada uno. Algo impensable en la
actualidad, por supuesto. En 1983, al terminar la legislatura,
también terminó su andadura por la política local.
Se dedicó, sobre todo, con pasión, al flamenco,
siendo cofundador de la peña de Andújar (“Los Romeros”) y
presidente honorario de la misma. Desde la peña dio impulso a varios
festivales flamencos: “Primavera flamenca”, “Gazpacho
flamenco”, “Pregón flamenco de Navidad”, “Semana de estudios
flamencos”, “Misa flamenca en el santuario” (siendo puntual
cronista de este acto en el correspondiente número de Mirando al
santuario). Fue defensor a ultranza de los cantaores locales y
aún lo recuerda un servidor acudiendo con “El Sillero” a uno de
los balcones de la calle Ollerías para se dejaran sentir unas saetas
en la salida de las Angustias. En 1994, su peña le dedicó un
sentido homenaje, el 18 de junio, con la intervención, entre otros,
de Carmen de la Jara, Andrés Lozano y “El Pecas”.
Misa flamenca en el santuario (año 2000). Tomado de: Mirando al santuario. |
Cuando por motivos de edad y salud tuvo que desplazarse
a San Fernando (ciudad en la que ha fallecido) allí siguió su
pasión por el flamenco, al contactar con las peñas de la zona y
formar parte, incluso, de jurados como el del VII concurso nacional
“Memorial Camarón” que ganó Esteban Guerrero “Caracolillo”.
Don Bernardo también destacaba por su imponderable
hacia la Morenita. Para conocer al detalle su vertiente romera, es de
obligada lectura el artículo publicado por Enrique Gómez en Mirando
al santuario, donde apunta el cronista de la ciudad que Bernardo,
además de ser recordado por esa estampa suya subiendo en mulo los
sábados de romería, llegó a ser vicesecretario de la Cofradía y
Maese de Paje, amén de cofundador de los caballeros servidores.
Tomado de: Mirando al santuario. |
Su verbo suelto y acariciador se dejó sentir en el
pregón de las fiestas de la Virgen de la Cabeza de Rute de 1991 y en
las cruces de mayo de 1992. Nos ha legado, además, artículos en
publicaciones como El Nuevo Guadalquivir, diario Jaén,
Candil, El Olivo, Mirando al santuario..., y el
trabajo de investigación “La devoción a la Virgen de la Cabeza en
la poesía popular”, inserto en las Actas de la III asamblea de
estudios marianos (1987).
Estuvo casado con Isabel Córcoles Aldehuela, de cuyo
matrimonio nacieron cuatro hijos. Como recordaba el periodista que
glosaba su vida en el Ideal digital de hace unos días, el
próximo 31 de enero se celebrará en la iglesia de Santa María un
funeral flamenco que será el mejor de los homenajes que se le pueda
dar: a la vera de su primera residencia, en la calle Alférez Moreno;
junto a la Virgen de la Cabeza, orlada con la pintura de su amigo
Luis Aldehuela; frontero al colegio que lleva el nombre de su hermano
y donde él mismo impartió docencia; orando a Dios por su alma al
son del cante jondo que tanto amó...
Quiero agradecer a su hijo, Vicente, que me ha
proporcionado valiosos datos biográficos, y a Pilar, su hermana y
amiga mía, que ha servido de vínculo entre ambos.
FUENTES:
CABALLERO VENZALÁ, Manuel; Diccionario
bio-bibliográfico del Santo Reino, Jaén, Diputación
provincial, 1989. Tomo III.
GÓMEZ MARTÍNEZ, Enrique; “Galería de personajes
romeros: Bernardo Estepa Llaurens”, Mirando al santuario,
12, (1998), 14-15.
VALERA ESPINOSA, Rafael; “Homenaje a Bernardo Estepa”,
Jaén, 03.07.1994; pág. 50/XIV.
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