PEDRO
DE LUCENA OLID
(SIGLO
XV-XVI)
Noble. Diplomático.
Si hay un personaje de relevancia postergado en nuestra
ciudad es este Pedro de Lucena Olid (al parecer, conde), y ello a
pesar de dos hechos históricos de desigual trascendencia: uno
político y otro religioso, aunque complementarios ambos como después
veremos. Comenzaremos diciendo que sus apellidos de gran abolengo se
forjan por el matrimonio de su antepasado Pedro Gil de Lucena con
María de Olid. Casó con Elvira González Navarro y tuvo tres hijas.
Dejemos para la ficción novelesca imaginarnos los primeros años de
este noble andujareño, pues de ello nada sabemos, y vayamos a
encontrarlo directamente como persona de confianza de los Reyes
Católicos que le encargan ser el embajador de Castilla en la corte
del rey francés Carlos VIII, cargo que desempeñará de 1483 a 1487.
Es allí, en la corte francesa, donde nuestro personaje traba una
estrecha relación con Francisco de Paula, fundador de la Orden
Mínima, que moraba en tierras galas desde que fuera llamado allí
por el antecesor del rey Carlos, Luis XI, impresionado por su fama de
santidad. Al margen de discutir, seguramente, de cuestiones políticas
(por aquel entonces se mantenía vivo el litigio entre Aragón y
Francia por la presencia de ambas potencias europeas en Italia),
avivó en el espíritu de Pedro de Lucena esa inclinación por la
vida retirada que propugnaba el futuro San Francisco.
San Francisco de Paula (www.mínimas.org) |
Pero, sin adentrarnos aún en el terreno estrictamente
religioso, hemos de referirnos a un suceso que ocurrió en 1487
cuando, vuelto don Pedro de Francia, asiste al cerco de Málaga. Este
hecho del final de la Reconquista se caracterizó por la crudeza del
sitio, que duró seis meses y por las repercusiones que tuvo después
para la población civil, condenada a la pena de muerte o a la
esclavitud por los Reyes Católicos. Dicen las crónicas que, en un
momento determinado, iban a desistir Isabel y Fernando de la
conquista de Málaga, y que dicho extremo le fue comunicado por don
Pedro a su amigo, el fraile mínimo. Desde Francia, el de Paula,
preocupado por este retroceso en la difusión de la fe cristiana,
envía a dos de sus hermanos de congregación para convencer al rey
Fernando, mediante una carta escrita por el mismo santo, de que no
levantara el sitio ya que en tres días Málaga caería en sus manos,
como así fue. Agradecido, Fernando de Aragón, levantaría en el
mismo sitio de la tienda real, una ermita, con el tiempo santuario,
que tendría como titular a la Virgen de la Victoria, y mandó que
los frailes mínimos recibieran el nombre en Castilla y Aragón de
“frailes de Nuestra Señora de la Victoria”. Al frente de dicho
santuario, fue nombrado superior fray Fernando Panduro, ayudante que
había sido del embajador Lucena y que había entrado en la Orden
Mínima tras su estancia en Francia.
Santuario de la Virgen de la Victoria (www.andalucia.org) |
Hasta aquí la relevancia política de nuestro
biografiado. Pero en el terreno estrictamente religioso (si es que en
la época se pueden disociar ambos) hay que aludir a que fue don
Pedro el que trajo a la Orden Mínima a Andújar, cuando cedió unos
terrenos con una ermita dedicada a Santa Elena, que poseía a las
afueras de la ciudad, cerca del arroyo Tamujoso. Allí, el 26 de
marzo de 1495 comenzarían con su vida retirada siete frailes,
congregación que iría aumentando y que después se mudaría al
edificio definitivo de la calle Jesús María, hoy desgraciadamente
desaparecido.
Convento Mínimas de Andújar |
Mayor relevancia tuvo el hecho de que el 11 de junio de
ese mismo año de 1495, Pedro de Lucena y su hija Elena entregaran
una casa en Andújar al padre Juan Bois, para que erigiera allí el
primer monasterio de monjas mínimas del mundo. Las primeras
religiosas fueron María y Francisca de Lucena, hija y sobrina (o
nieta) respectivamente de don Pedro. Hay historiadores mínimos que
consideran que esa fecha no es la del inicio de la rama femenina,
pues no hay nada al respecto en la correspondencia entre el noble
andujareño y el santo de Paula. Eso sí, puede que se tratara de la
orden seglar, y que más tarde, concretamente en 1506, se redactaran
las primeras reglas de la rama femenina. Cada una de las monjas
recibió, además, un rosario enviado por San Francisco. Por su
parte, don Pedro obtuvo del fraile mínimo varios objetos personales
que, en la actualidad guardan celosamente las descendientes de
aquella primeras religiosas andujareñas. En el XVII cada uno de
estos conventos albergaba a unas cuarenta o cincuenta personas.
Relicario con objetos personales de San Francisco de Paula, existente en el convento de Andújar (www.mínimas.org) |
Como antes se ha dicho, el convento de mínimos no
resistió a la Desamortización de Mendizábal. El de Jesús y María,
por fortuna, ha cumplido holgadamente su quinto centenario. Sin
embargo, cabe recordar hoy que todo ello no hubiera sido posible sin
la munificencia de don Pedro Lucena y Olid, otro andujareño
olvidado que, de alguna manera, hemos recordado desde este blog.
FUENTES:
BASTÚS Y CARRERA, Vicente Joaquín; Diccionario
histórico enciclopédico. Volumen IV. Barcelona, Librería de
Alou hermanos, 1892.
DOMÍNGUEZ CUBERO, José, Monumentalidad de Andújar
en la Modernidad. Andújar, Ayuntamiento, 1985.
FIORINI MOROSINI, Giuseppe; San Francisco de Paula.
Vida, personalidad, obra. Sevilla, Delegación General de los
Mínimos, 2007.
GONZÁLEZ DÁVILA, Gil; Teatro eclesiástico de las
iglesias metropolitanas y catedrales de los reinos de las dos
Castillas. Tomo I. Madrid, Imprenta de Francisco Martínez,
1645.
MONTOYA, Fray Lucas de, Crónica General de la Orden
de los Mínimos de San Francisco de Paula. Madrid, Bernardino de
Guzmán, 1619.
MORALES, Juan de; Epítome de la fundación de la
provincia del Andalucía de la Orden de los Mínimos del glorioso
patriarca San Francisco de Paula. Málaga, Juan Rene, 1619.
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